La Unión Europea considera que ya ha cedido "hasta el último milímetro" sin salirse de sus líneas rojas y considera que si Londres no se mueve de sus posiciones no habrá acuerdo
El primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson, viajará «en los próximos días» a Bruselas para reunirse cara a cara con la jefa del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen, y tratar así de desbloquear las negociaciones para pactar un marco futuro para las relaciones entre la Unión Europea y los británicos.
Así lo han anunciado ambos en una breve declaración escrita conjunta difundida después de que ambos mantuvieran una llamada telefónica en la tarde de este lunes, con el objetivo de hacer balance de la situación y dilucidar si hay aún opciones de acuerdo.
«Hemos pedido a nuestros jefes negociadores y a sus equipos que preparen un resumen de las diferencias que persisten para que podamos discutirlo en una reunión física en Bruselas en los próximos días», indica el comunicado pactado entre Von der Leyen y Johnson.
Esta es la segunda llamada que mantienen en los últimos días para tratar de superar las dificultades para el acuerdo, después de un primer contacto el pasado sábado que apenas sirvió para constatar que las diferencias son «significativas» y que las posiciones siguen inamovibles.
Las garantías en materia de competencia justa y ayudas de Estado, el acceso de la flota comunitaria a las aguas británicas y la gobernanza para asegurar que el acuerdo se cumple por ambas partes siguen siendo los grandes escollos, ya que el bloque comunitario exige compromisos que Londres rechaza de plano por considerar que van en contra de su soberanía.
Las negociaciones se encuentran en el mismo punto en el que se encontraban el pasado viernes, cuando los negociadores decidieron ponerlas «en pausa», y por ambas partes señalan que no se han logrado avances «tangibles» en los asuntos clave, aunque sí haya habido progresos en otras áreas de interés.
Por ello, fuentes del Gobierno británico consultadas por Europa Press consideran que «está claro que deben continuar ahora a nivel político» y, aunque no dan por perdidas las negociaciones, sí advierten de que la situación es «muy complicada» y es posible que no se logre un acuerdo.
Pese a las dificultades, los negociadores retomaron los contactos el domingo en Bruselas tras suspender las conversaciones el viernes, aunque el negociador europeo, Michel Barnier, ha trasladado este mismo lunes en sendas reuniones con los embajadores de los Estados miembro y con el Parlamento cierto pesimismo sobre las perspectivas de acuerdo.
El negociador ha considerado decisivo el plazo de aquí al miércoles para determinar si hay opciones de salvar la negociación a tiempo para que un nuevo marco de relación bilateral pudiera ser sellado y ratificado a tiempo para su entrada en vigor el 1 de enero y evitar una ruptura abrupta.
Ni británicos ni europeos aclaran cuándo tendrá lugar el encuentro cara a cara entre Von der Leyen y Johnson, aunque sí precisan que no será este mismo martes. Diversas fuentes tampoco ven como escenario probable que el ‘premier’ británico se pueda colar en la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la UE que tendrá lugar también en Bruselas este jueves y viernes.
La Unión Europea considera que ya ha cedido «hasta el último milímetro» sin salirse de sus líneas rojas, según el análisis de un alto diplomático que la pasada semana advertía de que el bloque no contempla revisar sus directrices de negociación y considera que si Londres no se mueve de sus posiciones no habrá acuerdo.
De hecho, las capitales han pedido a la Comisión Europea que agilice los trabajos para tener preparadas todas las medidas de contingencia necesarias para minimizar los daños posibles de un Brexit sin acuerdo, aunque mantienen la determinación de continuar negociando mientras haya margen para salvar el acuerdo.
En cualquier caso, si se da el acuerdo necesitará ser traducido a todas las lenguas oficiales de la Unión Europea para que los Estados miembro puedan analizarlo y dar su visto bueno, además de ser sometido a la votación del pleno del Parlamento europeo para su ratificación, lo que acorta los tiempos ya de por sí casi agotados para el pacto.