Es uno de los centros comunitarios históricos de Villa Banana y gracias al empuje de un grupo de mujeres volvió a reabrir como centro de capacitación. La pandemia obligó a que también comenzara a funcionar como comedor comunitario
Por Diego Carballido
«Mensajeros de Jesús es un espacio que comenzó en los años ochenta de la mano de la iglesia católica y hoy en día es una referencia para el barrio”. De esa manera detalló Irina Dujovne, en diálogo con CLG, al centro comunitario que funciona desde hace varias décadas en Villa Banana.
Mensajeros de Jesús, además de ser una referencia para el barrio, gracias a la iniciativa de un grupo de mujeres, fue recuperado en los últimos años como un espacio donde se dictaban talleres de costura, cerámica, serigrafía y hasta lograron conformar una murga con los jóvenes del barrio. La llegada de la pandemia hizo que Mensajeros de Jesús tuviera que suspender sus actividades para ocuparse de las necesidades urgentes de los vecinos. Fue así que desde marzo funciona como comedor comunitario, sostenido por la administración de los escasos recursos económicos propios junto con el apoyo solidario de particulares y otras organizaciones. Sin embargo, en las últimas semanas comenzaron a tener dificultades para poder conseguir los recursos con los que todas las semanas preparan casi 200 raciones de comida y por eso recurren al apoyo solidario a través de las redes sociales.
«Queremos que la gente se pueda apropiar del espacio y que exista una mirada emancipadora de los que viven en los barrios populares, para que no siempre pase por un plan o por punteros, sino por una construcción colectiva», explicó Dujovne.
«El comedor lo empezamos por la pandemia, antes veníamos realizando otras actividades, como talleres o una murga. Cuando se declaró la cuarentena decidimos cerrar el espacio por una cuestión de cuidados y fue entonces que una de las participantes históricas de Mensajeros de Jesús, Alicia, que también es referente del barrio, planteó que los vecinos, la mayoría trabajadores informales, no estaban pudiendo subsistir”, detalló la integrante de Mensajeros de Jesús y agregó: «En ese momento, decidimos armar el comedor donde estamos sirviendo una merienda y una comida dos veces por semana».
«Al comienzo mucha gente nos ayudó con alimentos y dinero, también empezamos a recibir ayuda del Banco de Alimentos Rosario, pero desde hace unos meses que está bastante complicada la situación por diversas razones. En primer lugar, cuando arrancamos teníamos que armar 120 porciones y ahora tenemos más de 170 personas anotadas. Y también nos dimos cuenta de que los alimentos que recibíamos eran alimentos no perecederos, que entendemos que es lo más sencillo de conseguir, pero la gente no vive solamente con polenta o arroz. Es una cuestión de nutrición no solo de alimentación», aseguró Dujovne respecto a la situación en la que el espacio comunitario se encuentra en esta instancia final de un año muy particular.
Dujovne explicó que se redujeron las cantidades de donaciones que el centro comunitario recibía. «Antes repartíamos la comida y armábamos bolsones con elementos básicos cada quince días, pero ahora se nos complica hasta conseguir cuestiones como la sal o el aceite”, dijo y aseveró: «No estamos llegando con los recursos».
Mensajeros de Jesús es un espacio que ha transitado las diferentes crisis económicas que afectaron al país en las últimas tres décadas y vivieron su situación más compleja en el año 2004 cuando tuvo que cerrar sus puertas. ”Sin embargo, siempre se respectó el espacio dentro del barrio y desde hace cuatro años, junto con otras compañeras, empezamos a discutir sobre problemáticas de género y pusimos en común cuestiones que nos afectaban a todas por igual», relató Dujovne el comienzo de lo que terminó siendo el proceso de recuperación del proyecto y que derivó en la posibilidad de «armar una cooperativa para sustentarlo económicamente».
«En este momento formamos parte de la cooperativa Aquelarre y estamos dentro de Mensajeros de Jesús, un espacio que pertenece a todo el barrio», detalló Dujovne y reconoció que es uno de los pocos grupos que trabaja la problemática de género en Villa Banana. «Hay muchas organizaciones que trabajan con los jóvenes, pero somos de los pocos espacios en el barrio donde somos todas mujeres y trabajamos con esta perspectiva», agregó.
Finalmente, la referente de Mensajeros de Jesús compartió un diagnóstico de cuáles fueron las consecuencias directa de la pandemia en el barrio. «Hemos visto un incremento del nivel de solidaridad de muchos trabajadores del barrio que se acercaron para apoyar el proyecto. Pero, por otro lado, también sentimos una desidia de parte del Estado, porque nosotras terminamos haciendo trabajos como sondear a la gente del barrio, más expuestas que nunca, mientras se resguardaba la salud de los trabajadores del Estado que están amparados laboralmente», dijo Dujovne y aseguró: «Las organizaciones sociales terminamos tapando agujeros, como ya lo veíamos haciendo».
«También, por el incremento de las necesidades básicas no satisfechas, vimos un aumento de los niveles de violencia ligadas al narcotráfico. En un momento de la pandemia hubo tiroteos casi todos los fines de semana», continuó la referente.
Sobre el final, Dujovne adelantó que ya están proyectando actividades para el año próximo, como por ejemplo, poner en condiciones el espacio físico donde funciona Mensajeros de Jesús y aseguró que piensan este fin de año “más como una apertura que como un cierre”.