Francisco envió un mensaje con respecto al tema y se refirió a “la amenaza de la cultura del descarte”
Con motivo del Día Internacional de las Personas con Discapacidad, que se celebró este martes 3 de diciembre, el Papa Francisco envió un mensaje. Con respecto al tema de este año: “Reconstruir mejor: hacia un mundo post Covid-19 que incluya la discapacidad, accesible y sostenible”, el sumo pontífice comentó: “Me llama la atención la expresión ‘reconstruir mejor’; evoca la parábola evangélica de la casa construida sobre roca o sobre arena”.
En este sentido, el Papa reflexionó en referencia a diversos puntos: “La amenaza de la cultura del descarte”, representados por la “lluvia”, los “ríos” y los “vientos” del pasaje evangélico. Francisco resalta que para dicha cultura difundida en nuestro tiempo, “partes de la humanidad parecen sacrificables en beneficio de una selección que favorece a un sector humano digno de vivir sin límites. En el fondo no se considera ya a las personas como un valor primario que hay que respetar y amparar, especialmente si son pobres o discapacitadas” (Carta enc. Fratelli tutti [FT], 18).
Añadió que esa cultura afecta especialmente a los sectores más frágiles, entre los que se encuentran las personas con discapacidad. Aunque la conciencia de la dignidad de la persona ha aumentado, todavía subsisten “expresiones que contradicen de hecho este enfoque. Debido también a una mentalidad narcisista y utilitarista, se constatan actitudes de rechazo que conducen a la marginación, sin considerar que, inevitablemente, la fragilidad pertenece a todos”.
Por lo tanto, es importante, “especialmente en este Día, promover un acultura de la vida, que afirme continuamente la dignidad de cada persona, en particular en defensa de los hombres y mujeres con discapacidad, de cualquier edad y condición social”.
En segundo lugar, para el Papa, “una primera ‘roca’ sobre la que se deba edificar nuestra casa es la inclusión”. Esta “debería ser la ‘roca’ sobre la que las instituciones civiles construyan programas e iniciativas, para que nadie quede excluido, especialmente quienes se encuentran en mayor dificultad”, pues “la fuerza de una cadena depende del cuidado que se dé a los eslabones más débiles”.
Respecto a las instituciones eclesiales, el Pontífice reitera “la exigencia de disponer de instrumentos adecuados y accesibles para la transmisión de la fe” y desea “que se pongan a disposición de quienes los necesitan, en cuanto sea posible gratuitamente, incluso a través de las nuevas tecnologías”.
También alienta a que exista “una formación ordinaria para sacerdotes, seminaristas, religiosos, catequistas y agentes de pastoral, sobre la relación entre la discapacidad y el uso de instrumentos pastorales inclusivos. Que las comunidades parroquiales se comprometan a que se desarrolle en los fieles el estilo de acogida hacia las personas con discapacidad”.
En tercer lugar, el Sucesor de Pedro considera que para “reconstruir mejor” nuestra sociedad es necesario que la inclusión de quienes son más frágiles comprenda también la promoción de su participación activa”.
De este modo, ante todo, insiste en “el derecho de las personas con discapacidad a recibir los sacramentos como los demás miembros de la Iglesia. Todas las celebraciones litúrgicas de la parroquia deberían ser accesibles, para que cada uno —junto a los hermanos y hermanas— pueda profundizar, celebrar y vivir la propia fe”.
“Se debe prestar especial atención a las personas con discapacidad que aún no han recibido los sacramentos de la iniciación cristiana: estas podrían ser acogidas e incluidas en el itinerario de catequesis para la preparación a estos sacramentos. La gracia de la que son portadores no puede ser negada a nadie”, apunta el Obispo de Roma.
En este sentido, remite a Fratelli Tutti: “Muchas personas con discapacidad sienten que existen sin pertenecer y sin participar. Hay todavía mucho que les impide tener una ciudadanía plena. El objetivo no es sólo cuidarlos, sino que participen activamente en la comunidad civil y eclesial. Es un camino exigente y también fatigoso, que contribuirá cada vez más a la formación de conciencias capaces de reconocer a cada individuo como una persona única e irrepetible” (FT, 98).
Y subraya que, en efecto, “la participación activa de las personas con discapacidad en la catequesis constituye una gran riqueza para la vida de toda la parroquia”, ya que “injertadas en Cristo en el Bautismo, comparten con Él, en su particular condición, el ministerio sacerdotal, profético y real, evangelizando a través, con y en la Iglesia”.
Finalmente, el Papa Francisco desea “que la voluntad común de ‘reconstruir mejor’ pueda desencadenar sinergias entre las organizaciones tanto civiles como eclesiales, para edificar, contra toda intemperie, una ‘casa’ sólida, capaz de acoger también a las personas con discapacidad, porque está construida sobre la roca de la inclusión y de la participación activa”.