Massimo Vignati, amigo inseparable de Maradona cuando el crack deslumbró en el Napoli, cuida el mayor museo del mundo dedicado al astro argentino emplazado en un sótano de la ciudad italiana
A pocos días de la muerte de Diego Armando Maradona, el mayor museo del mundo dedicado al astro argentino emplazado en un sótano en la ciudad italiana de Nápoles adquiere mayor trascendencia y atención, para orgullo -y dolor- de su dueño, Massimo Vignati, una suerte de «hermano» italiano del «10».
Vignati fue un amigo inseparable de Maradona cuando el crack deslumbró al mundo en el Napoli, el equipo de esa ciudad del sur italiano que ocupó los grandes títulos de todo el planeta a partir del juego y la magia del «Pelusa».
«Yo perdí un hermano y mi mamá perdió un hijo. Tuve la suerte de ser un chico al que Maradona quiso mucho. Mi padre fue durante 35 años utilero del estadio San Paolo (el estadio del Napoli) y mi madre fue cocinera y gobernanta de la casa de Maradona, y mi hermana era la niñera de Dalma y Giannina», cuenta hoy en un video exclusivo para Télam un dolorido Vignati, que no duda en calificar al museo a partir de ahora como «un santuario».
«Yo cada lunes iba a jugar a la pelota con él y dormía en su casa, y los martes lo acompañaba a los entrenamientos. Para mí es como haber perdido a un hermano», recuerda.
«Para mí Maradona no muere más. Se fue físicamente pero su alma quedó aquí», agrega en el envío audiovisual Vignati, que cita luego que en el museo están «las camisetas, las victorias del Scudetto y de la Copa Italia» y «los botines como este (el izquierdo), que es de cuando le ganó a Bélgica en el Mundial ’86» con dos goles de antología, y hasta «el contrato de cuando pasó del Barcelona al Napoli», y por el cual rechazó una oferta de un coleccionista por 20.000 euros.
El museo no figura en ningún mapa de Nápoles, no está tampoco en las guías de viaje y la entrada es gratuita. Una parte de la leyenda de Maradona está ahí, en el sótano de un edificio normal y corriente de Secondigliano, un barrio del norte de la ciudad.
«Maradona es del pueblo. Nosotros, los seres humanos, tuvimos la suerte de ver un Dios, a un Santo hacer milagros reales. Maradona en Nápoles es como San Gennaro. Es inmortal», completa este entrañable personaje, el «hermano» virtual del mejor jugador de fútbol del mundo de todos los tiempos.