Por Enrique Genovar
Por Enrique Genovar
El equipo del Kily cometió errores infantiles y lo pagó carísimo. La presentación de Central ante Banfield fue para olvidar rápidamente por parte de los hinchas; pero el que no se debe olvidar de lo que pasó es el director técnico.
Cristian González debe tomar nota y tomar decisiones a partir del análisis que haga junto a sus colaboradores.
Un equipo que comete errores tan groseros no puede sumar. Y eso es lo que le pasó a Central en los dos últimos partidos y no le sucedió en el primero, solamente por la mala puntería del Morro García.
El torneo corto exonera al entrenador a modificar nombres y formas para jugar lo que resta. La idea del DT es buena, va de acuerdo a lo que pretende el hincha de Central. Un equipo que sea protagonista, que presione ante cada salida del rival, que juegue con la pelota al ras del piso; todo esto trae expectativas. Pero la pregunta se impone: ¿tiene el Kily las herramientas para jugar de esta forma?
Por lo hecho en la noche del viernes, no. Central no puede salir a presionar alto porque los centrales no achican hacia adelante y el equipo queda largo. Central no puede pretender ser protagonista cuando el equipo no tiene cimientos sólidos. Central no puede jugar con la pelota al ras del piso donde hay un único jugador que genera que es Emiliano Vecchio.
Entonces lo que se impone son cambios de cara al futuro inmediato. O el Kily tendrá que modificar su idea y adaptarse a lo que tiene o seguir con su idea y cambiar jugadores.
Este torneo es de transición para muchos equipos. Pero siempre se juega para ganar, para salir primero. Obviamente que el DT y sus dirigidos quieren salir primero, pero así es muy difícil que esto suceda. No se puede competir con estos errores que tiene el equipo desde el primer minuto del certamen y que con cada presentación se agudizan más y más.
La tarea no es sencilla para el Kily. Pero como dijo él cuando inicio este ciclo el entrenador es responsable de encontrarle la vuelta a un equipo que sufre con cada ataque del rival independientemente de quien esté enfrente.
Cambiar ya es lo que se impone. Dar un golpe de timón de cara al compromiso que viene. No es tarde para modificar formas y nombres. Es tiempo de hacerlo y empezar a ver si el entrenador tiene carácter como tal, el mismo que tuvo en su magnífica carrera como futbolista.