Tras meses de amenazas y vanos intentos por evitar una guerra comercial entre las mayores economías mundiales, el incremento de aranceles de Estados Unidos a bienes chinos regirá desde la medianoche del jueves.
El escenario está montado: China ha anunciado represalias inmediatas contra bienes estadounidenses y, a su vez, el presidente Donald Trump replicó que aumentará progresivamente las penalidades hasta un total de 450.000 millones de dólares en bienes. Esa suma representa la parte del león de las exportaciones chinas a los Estados Unidos.
La escalada global de las disputas comerciales de Trump ya ha afectado a la economía, con tarifas vigentes para el acero y el aluminio importados desde sus principales socios comerciales, entre ellos la Unión Europea y Canadá. Además, la Casa Blanca amenaza con imponer aranceles a las importaciones automotrices.
Los precios están aumentando, especialmente los del acero y el aluminio, y las empresas estadounidenses ya se muestran reticentes a invertir o planean mover su producción fuera del país, para evitar represalias contra las exportaciones desde Estados Unidos.
Trump dice que las medidas tienen como objetivo beneficiar a las compañías estadounidenses, que, según su visión, podrían volverse más competitivas.
Pero para firmas como Mid-Continent Nail Corporation -la mayor industria de clavos del país- el precio ascendente del acero ha representado una inmediata reducción de empleos y la empresa teme verse obligada a dejar de funcionar . .
Desde el viernes
Inicialmente, Trump amenazó a China con imponer aranceles de 25% a bienes por 50.000 millones de dólares al año y que Washington considera un robo de tecnología estadounidense.
Pero la lista fue reducida a una cantidad menor de productos, por más de 34.000 millones de dólares, luego de que compañías estadounidenses requirieran exenciones para importaciones claves.
Una segunda parte de bienes valuados en 16.000 millones de dólares -que llevan el total a unos 50.000 millones- serán analizados tras un proceso de revisión y observaciones del público, algo que podría disminuir el total.
Las tarifas apuntan a bienes chinos que para Washington son comercializados en forma desleal. Vehículos de pasajeros, radiotransmisores, piezas para aviones y discos duros para computadoras, integran esa lista.
Pekín tomará represalias desde el viernes con aranceles que afectarán inicialmente a un equivalente de 30.000 millones de dólares en bienes estadounidenses. Entre otros, se gravarán vehículos y productos alimenticios y agrícolas, como la soja, lo cual golpeará fuerte a agricultores estadounidenses.
Los restantes 15.000 millones de dólares corresponderían a una segunda fase, que incluiría al crudo, gas propano y químicos.
Además de los aranceles, la disputa incluye el escrutinio de inversiones chinas en Estados Unidos que Washington considera sensibles para la economía o seguridad nacional. Esto ya ha causado una baja en la inversión china en Estados Unidos.
«China no cederá a la amenaza ni al chantaje», aseguró este jueves el portavoz del ministerio de Comercio chino, Gao Feng.
«Estados Unidos inició esta guerra comercial, no la queremos pero no tenemos otra opción que dar batalla», agregó.
Amenaza económica
Economistas han advertido por meses el daño potencial que el proteccionismo de Trump puede causar al comercio y la economía mundial. Esa política puede elevar precios y afectar a las cadenas de distribución internacionales.
Washington ha dado poco crédito a estas preocupaciones. El Secretario de Comercio, Wilbur Ross, dijo que las advertencias son «prematuras y probablemente muy imprecisas».
El propio Trump tuiteó esta semana que la economía está «tal vez, mejor que nunca», incluso «antes de arreglar algunos de los peores y más injustos acuerdos de comercio que un país haya hecho jamás».
Pero los empresarios estadounidenses alertan enérgicamente sobre los perjuicios a los que dicen estar expuestos.
La influyente Cámara de Comercio de Estados Unidos urgió a Trump a reconsiderar sus acciones. Argumentó que las tarifas ahora afectaban a exportaciones equivalentes a 75.000 millones y ponen en riesgo miles de puestos de trabajo.
Mientras Trump alardea con anuncios de creación de trabajo en plantas de acero a causa de las tarifas, las industrias manufactureras advierten que muchos más empleos se perderán en compañías automotrices, de autopartes, electrodomésticos y otros bienes que dependen de componentes importados.
Un estudio dice que podrían perderse unos 400.000 empleos.
Harley Davidson, la icónica marca estadounidense de motos, anunció que planea mudar parte de su producción fuera del país para eludir las tarifas que la Unión Europea aplicará en represalia. Esa determinación de Harley Davidson la convirtió en blanco de ataques de Trump.
Harley Davidson no está sola. Otras compañías dicen que la incertidumbre demora sus planes de inversión, según una encuesta de la agrupación empresarial Institute for Supply Management .
Christine Lagarde, Directora Gerente del Fondo Monetario Internacional, alertó que el ciclo del «ojo por ojo» y las represalias tendría «perdedores de los dos lados».