La "dinámica exponencial" de nuevos contagios y una "situación muy grave" empujan estas nuevas restricciones que entrarían en vigor el 4 de noviembre
Alemania busca aplicar nuevas medidas para contener la segunda ola de coronavirus que incluyen el cierre durante un mes de bares, restaurantes e instalaciones deportivas y culturales, según las propuestas que el gobierno de la canciller Angela Merkel debe discutir hoy con las regiones que se resisten dar un nuevo golpe a una golpeada economía.
La «dinámica exponencial» de nuevos contagios y una «situación muy grave» empujan estas nuevas restricciones que entrarían en vigor el 4 de noviembre, señala un proyecto de acuerdo entre el Gobierno federal y los líderes regionales.
El objetivo es «interrumpir rápidamente la dinámica de contagios para que no sea necesaria ninguna restricción a gran escala en los contactos personales y la actividad económica durante las vacaciones de Navidad», precisa el proyecto de acuerdo, según informó la agencia de noticias AFP, que dijo haber tenido acceso al texto.
La mayoría de los mercados de Navidad, tan apreciados en Alemania, ya fueron anulados por la pandemia.
Durante este reconfinamiento parcial, las escuelas y las guarderías permanecerían abiertas, mientras las reuniones privadas se limitarían solo a un grupo de invitados provenientes del mismo hogar y los hoteles ya no podrían recibir clientes para estadías turísticas.
Incluso si el país atraviesa esta situación mejor que otros de Europa como Francia o España, como fue el caso durante la primera ola entre marzo y junio, el mapa de Alemania va poco a poco tiñéndose de rojo.
Los nuevos contagios de Covid-19 subieron a los 10.000 casos diarios, y hoy e alcanzó un récord de 14.964 en 24 horas, según el informe del instituto de control epidemiológico Robert Koch.
«Tendremos probablemente unos 20.000 nuevos contagios a partir del fin de semana», advirtió ayer el ministro de Economía, Peter Altmaier.
«La situación es muy grave. Las medidas aplicadas no bastan para frenar la tendencia», constató por su parte Armin Laschet, jefe de Gobierno de la región más poblada de Alemania, Renania del Norte-Westfalia, mientras el Gobierno central en Berlín reafirmo su pedido a los ciudadanos para que se queden en casa todo lo posible.
La dificultad es encontrar un punto común entre Berlín y los líderes de las 16 regiones alemanes, que son responsables en materia sanitaria en este país federal.
Quince día atrás, Merkel y los gobernantes regionales decidieron limitar el número de participantes en reuniones privadas, consideradas como focos de contagio, y ampliar el uso de mascarilla.
Pero fracasaron en su intento de ponerse de acuerdo sobre una estrategia común.
Merkel se declaró «insatisfecha», una declaración pública poco común en ella.
La academia nacional de ciencias Leopoldine, muy respetada por el Gobierno federal, recomendó una reducción «drástica» de los contactos para combatir un desarrollo del virus que se ha vuelto «incontrolable» en ciertas regiones.