Por Belén Corvalán
Detrás de los personajes de las telenovelas y de los amores o desamores que estos viven, hay una pluma que traza la historia. Marta Betoldi, guionista y autora de innumerables y exitosas tiras argentinas, entre las que se encuentran Socias, Ciega a citas, Solamente vos, Esperanza mía, y Las Estrellas, en diálogo con Con La Gente, habló de lo que implica el proceso creativo del que luego derivará un producto televisivo.
En su amplia formación académica también consta el título de Licenciada en Letras y de actriz. Sin embargo, hace más de doce años se corrió del frente de la cámara para pasar a estar detrás “el traspaso fue orgánico”, cuenta. Es que no se trata de dos campos escindidos, sino todo lo contrario, ya que el bagaje escénico corporal que contiene, propio de ser actriz, lo vuelca y fusiona en beneficio de la historia a la que le dará vida.
“Soy como una especie de unión de arte. Con mucho trabajo escénico corporal, y a su vez con mucho trabajo académico, esto me arma un buen complemento. Ser actriz me ayuda mucho a escribir. Es importante para el autor tener conocimiento del trabajo del actor, porque nosotros escribimos para ellos”, sostiene.
“Escribo con el corazón”. Así define el momento en que se apropia de una historia a través de la pluma, ya sea a partir de una idea de ella, o convocada por algún productor. “Amo lo que hago profundamente. Yo siempre digo que no soy la misma antes de empezar a escribir una historia que cuando la termino, porque usamos elementos nuestros, no porque sea autobiográfica, sino porque le ponemos alma a los personajes, y después los actores le ponen alma y cuerpo”, agrega.
Es que el oficio de escribir y contar historias se nutre de las experiencias vividas, y el paso del tiempo lejos de ser un obstáculo, enriquece el relato. “La única carrera que no nos juega en contra del paso del tiempo es la de escribir. Cuanto más vida sucedida tenés, más material hay”, dice Betoldi. Asimismo, la tarea de enfrentarse a la hoja en blanco, implica tener cierta intuición, para captar aquello que puede resultarle atractivo al público: “Nosotros los autores captamos lo que sucede antes. Me parece que somos seres muy sensibles, somos observantes, estamos todo el tiempo tratando de entender más profundamente lo que nos pasa como sociedad, lo que nos rodea, de lo que la gente está hablando”, dice a Con la Gente.
Así como también consiste en un trabajo artesanal, donde nada es librado al azar. Ya que detrás de lo que se ve en pantalla hay un minucioso trabajo sobre el modo en que se contará la historia al público hasta la selección de cada palabra que compone un guión. “Escribimos siempre con una conciencia de género muy extrema, a mí me enseñaron de una manera feminista. Difícilmente de mi pluma salga alguna alusión machista escrita por mí. Siempre cuidé mucho en qué lugar se colocaba a la mujer”, sostiene. Las protagonistas no son seres heroicos de otro planeta. Sino mujeres reales, con sus equivocaciones, y virtudes. “Tenemos que agradecer el poder que tenemos las mujeres, porque somos un género que trabajamos en red, tenemos una situación empática de género”, dice respecto de ese mundo que siempre le interesó contar y que hizo que gran parte de los formatos que desarrolló a lo largo de su trayectoria sean femeninos.
“Hace tiempo que siento que vienen tiempos femeninos. Cuando digo esto no me pongo en una posición extrema feminista, me parece que los hombres han utilizado sus métodos durante mucho tiempo, que han funcionado para algunas cosas y para otras no, y ahora llegan otro tipo de luchas, y otro tipo de modos. Los modos que nos tocan en el siglo XXI son femeninos. Me parece que viene un tiempo que es muy alentador ¡y yo que soy autora de mujeres, me siento muy contenta, y muy orgullosa de haber apoyado las causas desde las letras!”, concluye.