Informes CLG

Bibliotecas populares y el arduo trabajo de sostener la lectura en pandemia


Muchas de las bibliotecas recibieron con alivio la habilitación de apertura dictaminada la semana pasada. Sin embargo, son espacios que han tenido que reinventarse frente a las limitaciones que impuso la pandemia para poder continuar con su labor cultural

Por Diego Carballido

En la provincia de Santa Fe existen 232 bibliotecas populares que sostienen el tradicional hábito de la promoción de la lectura, convirtiéndose en verdaderas usinas de textos que circulan entre sus socios, pero también son espacios en donde se promueve la enseñanza de actividades artísticas mediante diferentes talleres.

Todas funciones que se vieron afectadas por la imposibilidad de apertura durante muchos de los meses que transcurrió la cuarentena y que obligaron a buscar diferentes formas de comunicación para sostener el vínculo creado con la comunidad donde se encuentran emplazadas.

CLG dialogó con referentes de estos espacios que compartieron su experiencia a lo largo de estos meses de pandemia y sobre las consecuencias que pueden persistir a pesar de la habilitación para su apertura.

Mirta Fernández es la presidenta de la Biblioteca Popular “Homero”, en la zona norte de la ciudad, y también es la presidenta de la Federación de Bibliotecas Populares de la provincia de Santa Fe. “Existe algunas bibliotecas que han podido abrir en los períodos permitidos, pero otras no lo han podido hacer desde marzo. En algunos casos, porque gran parte del voluntariado que forma parte de la biblioteca es considerado población de riesgo y han decido no abrir por una cuestión de cuidado”, contó Fernández.

“Existen muchas que no tienen cobradores y los socios van a pagar a la institución. Por lo tanto, al estar cerradas era un recurso más con el que podían contar y que se estaba perdiendo. Este año la provincia nos ha brindado a lo largo de todos los meses de pandemia solamente 25 mil pesos y no fue para todas las bibliotecas”, explicó Fernández y aclaró que de las 232 bibliotecas santafesinas “a 131 solamente les ha llegado el subsidio y en la ciudad de Rosario solamente a 4”.

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“En Biblioteca Homero pudimos establecer el sistema de transferencia bancaria, que al principio pensábamos que no se iba a poder hacer porque los montos de las cuotas son chicos. En la mayoría, los socios pagan entre 50 y 100 pesos pero no en todos los casos se accede al homebanking y por eso se establece un sistema con cobradores”, detalló Fernández respecto al modo de sostenimiento económico que tienen muchos de estos espacios culturales que cumplen una función social clave en los barrios, como vehículos de acceso a la lectura.

“Nosotros veníamos exigiendo la apertura a partir de la necesidad del acceso al esparcimiento y la cultura. Pensando en aquellos que no tienen acceso a comprar un libro en otros soportes, sumado a un público de personas adultas mayores que le interesa mucho la lectura”, aseguró Fernández y agregó: “Hay mucha gente angustiada y acceder a la lectura permite distracción. Eso es parte también de la salud”.

“Hay una franja etaria que siguió leyendo en otros soportes, de hecho varias bibliotecas hemos compartido formas de acceder a la lectura no convencionales, pero hay muchos que son consumidores de la lectura en formato papel y que está ávida por la apertura de las bibliotecas populares”, analizó Fernández y aseveró: “La lectura siempre va a sobrevivir a todos estos embates”

Claudia Martínez es una de las fundadoras y referente de la Biblioteca Popular Cachilo, en la zona oeste de la ciudad. Un espacio cultural que este año está festejando sus 20 años de existencia y trabajo incesante por la promoción de la lectura.

“La gente hoy pasa mucho tiempo en su casa y dispone de momentos para leer en familia y con las bibliotecas cerradas ni siquiera podíamos entregar libros. O los chicos que necesitan del acceso a los libros para hacer la tarea, tampoco lo podían hacer”, explicó Martínez.

En el caso de la Biblioteca Cachilo, Martínez compartió que tuvieron una breve experiencia de apertura durante la anterior habilitación: “En los talleres artísticos pudimos abrir la inscripción una semana y después se volvió a cerrar todo de nuevo, pero la gente tampoco venía porque en los barrios se está cuidando bastante”.

“Las bibliotecas venimos trabajando desde siempre en la promoción de la lectura como una fuente de entretenimiento, de construcción de ideas y como un gran aporte para las familias, en el hecho de que los libros lleguen a las casas. Sumado a que en los barrios, muchos de los chicos no tienen conectividad”, explicó Martínez y agregó: “En las pocas semanas que pudimos abrir, vimos que se acercó gente adulta mayor a buscar libros y no era la que habitualmente venía a la biblioteca. Pero en general, vino muy poca gente, aunque también nos pasó de personas que venían para llevarse cuatro o cinco libros para toda la familia, algo que antes tampoco nos solía suceder”.

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Para Martínez, una de las consecuencias que traerá todo este tiempo de pandemia y aislamiento será el “el miedo a relacionarnos con otros”, algo que afirmó “va a ser algo muy difícil de modificar”.

Sin embargo, la Biblioteca Cachilo ha encontrado la manera de reinventarse para mantener vivo el vínculo con sus socios a través de diferentes formatos que han intentado continuar en la tarea de la promoción de la lectura. “Hicimos cuentos en cuarentena en la radio, después la Cachilo va a tu casa que son unas producciones audiovisuales de promoción de lectura y arte, y también hicimos una ficción llamada La bibliotecaria en espera donde contamos una historia sobre una bibliotecaria encerrada en la Cachilo durante toda la cuarentena”, compartió Martínez.