La aplicación móvil está operativa desde este martes en la capital provincial y hay fuerte resistencia de taxistas y remiseros.
El desembarco de la aplicación Uber que desde este martes comenzó a prestar el servicio de transporte de pasajeros «esenciales» en la ciudad de Santa Fe, puso en pie de guerra a taxistas y remiseros que se manifestaron frente al edificio municipal en demanda de controles al funcionamiento de la aplicación de viajes.
Si bien la compañía multinacional viene prestando el servicio en la ciudad capital desde junio mediante la modalidad de envío de paquetería, en modo pandemia el martes se incorporó el traslado de pasajeros a usuarios que «necesiten realizar viajes esenciales» y al «personal de salud a trasladarse de manera segura desde y hacia los hospitales y centros de salud».
Tanto para las asociaciones que nuclean a taxistas y remiseros «se trata de una actividad absolutamente ilegal», que debe ser «controlada y regulada» por las autoridades municipales y provinciales competentes.
A ello se sumó una iniciativa ingresada al Concejo Municipal por la cual se propicia que «el transporte de pasajeros en automóviles deberá realizarse en la ciudad de Santa Fe, sin excepción, en cumplimiento a las ordenanzas 11.661 y 9.981 por las que fue declarado y regulado el Servicio Público de Taxímetros y Remises, respectivamente».
Sin embargo, la empresa fracasó el año pasado en su intento por ingresar a Rosario. Desde publicidad expuesta, encubierta, captación de choferes de manera clandestina, intento de regularla en el Concejo, debate mediático, callejero, esfuerzos por convencer a la intendenta Mónica Fein, editoriales en diarios y radios, y más, aunque nada funcionó.
En una entrevista publicada por Rosario Nuestro en 2019, el director de Investigaciones Jurídicas de Fundación Libertad, Edwards Garret, una de las personas que más contacto tuvo con los empresarios de Uber, indicó que la firma “siempre se ha encontrado resistencia de los municipios, sindicatos de taxis, de los sindicatos de remises, privados y demás”.
“En particular la gran discusión se centró en si Uber funciona como una empresa de transporte o si funciona como una intermediaria entre las dos puntas, es decir entre la punta que ofrece el servicio y la punta que desea tomarlo y hacer uso de este”, explicó.
“Entró con fuerza -continuó- cuando se puso de moda el carpooling, los viajes compartidos para abaratar costos. Este fue el gancho para Uber y, así, fue que empezaron en San Francisco (Estados Unidos) a desarrollar la aplicación y el éxito no tardó en llegar”.
En Argentina, “llegó con cierta fuerza en la ciudad de Buenos Aires, también habilitado completamente en la provincia de Mendoza. En Rosario hubo intentos de que funcionara, incluso autoridades de Uber dieron conferencias, pero no hubo mayores resoluciones”, señaló Garret.
“Una discusión jurídica que se da es si Uber necesita o no una regulación previa, cómo se compagina con el resto de los servicios de transporte vigentes. Esa es una cuestión que fue variando”, precisó.
Otra discusión, “es si son o no empleados de Uber los conductores”, dijo y agregó: “Lo mismo si tomamos con cualquier otra aplicación. La Justicia va a tomando resoluciones en otros países. En principio, lo más importante, es su sistema reputacional que permite encontrar tanto buenos conductores como pasajeros, porque cada uno se va calificando mutuamente. Esto provee de información acertada a la hora de tomar un vehículo”.