Navalny salió del hospital hace una semana después de haber permanecido internado un mes y sigue su convalecencia en Alemania
El líder opositor ruso Alexey Navalny acusó este jueves al presidente Vladimir Putin de estar «detrás» de su envenenamiento y garantizó que volverá a Rusia apenas esté recuperado, pero el Kremlin rechazó con indignación la acusación y hasta aseguró que el dirigente está contactado con «servicios de inteligencia occidentales» y recibe instrucciones de la CIA.
«Afirmo que Putin está detrás de este acto; no veo otra explicación», declaró Navalny en una entrevista publicada este jueves por el semanario alemán Der Spiegel, la primera que concede tras salir del hospital de Alemania donde fue tratado de su envenenamiento.
Estas acusaciones llegaron horas antes del inicio de una cumbre de dos días de la Unión Europea (UE) en Bruselas, donde los líderes de los 27 países del bloque abordarán una posible respuesta a Rusia por este asunto.
Alemania detenta la presidencia de la UE este semestre y amenazó a Moscú con sanciones.
La jefa de Gobierno alemana, la canciller Angela Merkel, fue personalmente a visitar a Navalny al hospital de Berlín adonde fue llevado desde Rusia para ser tratado.
«Mi deber ahora es seguir siendo el que soy, alguien que no tiene miedo. ¡Y no tengo miedo!, afirmó el principal opositor al Kremlin en su entrevista, informó la agencia de noticias AFP.
Navalny, de 44 años, confirmó también su intención de volver a Rusia en cuanto esté totalmente recuperado.
«No voy a hacer a Putin el regalo de no volver a Rusia», dijo, explicando que desea recuperarse «lo más rápido posible» para regresar. «No volver significaría que Putin logró su objetivo», agregó.
Rusia, en tanto, rechazó la acusación y aseguró que dispone de información de que el opositor se contacta con «servicios de inteligencia occidentales» y recibe instrucciones de la CIA.
«Efectivamente tenemos esta información, incluso puedo decir específicamente que estos días con él trabajan especialistas de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos» (CIA), dijo Dmitri Peskov, el portavoz de Putin.
«No es la primera vez que le dan distintas instrucciones», agregó ante periodistas.
El 20 de agosto pasado, Navalny se sintió mal durante un vuelo de la ciudad rusa de Tomsk a Moscú, lo que obligó a los pilotos a realizar un aterrizaje de emergencia en Omsk, Siberia, donde fue hospitalizado y puesto en coma inducido.
Los médicos rusos dijeron que el opositor había sufrido un trastorno metabólico provocado por una fuerte caída de la azúcar en sangre.
Dos días después fue trasladado al hospital Charité de Berlín en un avión, luego que la esposa del opositor se reuniera con Putin para permitirle el traslado a Alemania.
El 24 de agosto, el hospital Charité informó que los datos del examen clínico apuntaban a un envenenamiento, aunque el agente concreto todavía quedaba por determinar.
Tres laboratorios europeos afirmaron después que había sido víctima de un envenenamiento con una sustancia neurotóxica de tipo Novichok, creada en la época soviética con fines militares.
El mismo agente fue utilizado para envenenar en Londres en 2018 a Serguei Skripal, un exdoble agente ruso que trabajaba para los servicios secretos británicos, y a su hija Yulia. Ambos sobrevivieron a duras penas. El Reino Unido acusó a Rusia, pero Moscú lo negó.
Como en aquella ocasión con Skripal, varios países occidentales pidieron a Rusia una investigación del caso de Navalny.
Moscú rechazó cualquier vinculación con el presunto envenenamiento de Navalny.
Recientemente, el Kremlin aseguró que era libre de volver a Rusia. Pero paralelamente al activista le congelaron cuentas y confiscaron la parte del departamento que posee en Moscú, mientras estaba en coma en Alemania.
Según allegados de Navalny, se encontraron restos de Novichok en una botella de agua recogida en su habitación de hotel en Siberia, donde estaba en campaña para apoyar a los candidatos a unas elecciones locales.
En su entrevista con Der Spiegel, Navalni recordó el momento en que se sintió mal a bordo del avión.
El líder opositor afirmó que dijo a la tripulación que había sido envenenado. «Oí voces cada vez más lejanas y una mujer que decía: ‘No se desmaye’. Y eso es todo, sabía que me moría. Luego me di cuenta de que me había equivocado», narró.
En una publicación reciente en Instagram, Navalny agradeció a los pilotos de avión que realizaron un aterrizaje de emergencia en Omsk, porque le salvaron la vida.
«El plan de los asesinos era sencillo: que me sintiera mal 20 minutos después del despegue, que perdiera el conocimiento 15 minutos después y (…) que una hora más tarde terminara en una bolsa de plástico negra», dijo.
Hoy, el presidente de la Cámara baja del Parlamento ruso, Viatsheslav Volodin, acusó a Navalny de «canalla» y aseguró que Putin le había «salvado» la vida.
Navalny salió del hospital hace una semana después de haber permanecido internado un mes y sigue su convalecencia en Alemania. El opositor dijo que tenía por delante una larga rehabilitación para poder sostenerse sobre una pierna y recuperar el control de los dedos.