Amable con la prensa, cortés, sonriente, tímido y afable. Así era Joaquín Salvador Lavado. Aunque su mejor lado eran las frases: aquí recordamos algunas
Joaquín Salvador Lavado (Quino) siempre fue un hombre muy amable con la prensa, cortés, sonriente, afable, tímido y con esa genialidad de niño-grande daba declaraciones contundentes y lúcidas.
En el mítico programa «A Fondo» de la TV española señalaba que «las entrevistas había que hacerlas a los actores que siempre están interpretando otros roles y no se saben cómo son ellos, un dibujante lo que tiene que decir a la gente se lo dice con dibujos. Yo soy fanático de Los Beatles, pero nunca me interesó saber si a John Lennon le interesa la mermelada de naranja más que las ostras».
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Como Flaubert con Madame Bovary, Quino se sentía conformado por sus propios personajes: «Yo soy Felipe y Miguelito, una mezcla de los dos. Supongo que me debo parecer a todos. En Susanita y Manolito he puesto lo que más me molesta de mí».
Sobre su lectura de la Biblia, Quino declaraba: «He sacado un montón de chistes de la Biblia. Me asombra sobre todo el poder de síntesis que tiene: Noé baja del arca, planta una viña y se agarra una curda». Pero la imagen y la construcción de la divinidad le resultaba dudosa: «Siempre me impresionó que Dios ayuda a los malos cuando son más que los buenos».
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En cada momento de su vida no dejaba de jugar o de trabajar, porque «en esta profesión uno nunca deja de trabajar. Uno está sentado en un bar, en el colectivo o donde sea y tengo que estar observando a la gente. Y no soy el único, eso le pasa a todos».
Nunca lo censuraron por Mafalda, pero sí con sus otras historietas. Siempre había algún editor que le decía que era mejor guardar tal chiste o tal otro; por eso usó mucho los recursos literarios: «…la sopa es una metáfora sobre el militarismo y la imposición política», aclaraba.
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Se cansó de «repetirse» con Mafalda y a pesar del éxito, no la siguió haciendo. Le costaba imaginar cómo hubieran evolucionado. En una entrevista declara: «No me imagino cómo sería ella hoy. La dejé de dibujar y ya está. Si Susanita se hubiera casado con Felipe y ese tipo de historias… a mí jamás se me ocurren. Soy como un carpintero al que le gusta trabajar la madera, algunos muebles le salen mejor que otros, pero a todos los quiere igual».
Y ante la insistencia de actualizar el pensamiento de Mafalda a los nuevos contextos respondía: «No, me parece que no tiene sentido. Lo que había que decir ya lo dije. No sé qué pensaría Mafalda. Cuando me preguntan qué pensaría Mafalda de tal cosa, yo digo que lo mismo que dijo en su momento ante otros acontecimientos similares. Aquella fue una época muy llena de acontecimientos; parecía que el mundo iba a cambiar para mejor; estaba Mayo del ’68, estaba la buena guerrilla en América Latina –también había de la mala–, estaba Juan XXIII, había mucha esperanza de que el mundo cambiara. Después cambió, no digo que para peor, pero para seguir como siempre».
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A los 15 años Quino quedó a cargo de sus hermanos mayores porque mueren sus padres, el historietista decía sobre ellos: «Eran andaluces y hasta llegar a la escuela primaria hablaba en andaluz; con mi hermano mayor nos hablábamos de ‘tú’ y con el otro de ‘che’ y de ‘vos’. En cada mujer debo ver un poco a mi madre porque a las mujeres las trato de ‘tú’; lo cual queda un poco raro. En muchos países me preguntan de dónde soy –confiesa–. He tenido muchos problemas de adaptación cuando vine de Mendoza a Buenos Aires porque hablaba mendocino mezclado con andaluz, entonces había cosas que no entendían. Cuando empecé a publicar en Rico Tipo me costaba mucho también. Cuando Divito me dijo que los lectores quieren texto, tuve que esforzarme por aprender a escribir textos. Y me salían de ‘tú'».
Y sobre el valor de su trabajo declaraba: «La historieta puede ser un arte menor, pero también como medio de comunicación es bastante apropiada para difundir masivamente el humor o las ideas, que no tienen por qué ser humorísticas. Todavía hay gente que nos pregunta: ‘¿Usted, además de esos dibujitos, en qué trabaja?’. Hay gente que no lo toma como un trabajo».