CLG Radio dialogó con el docente de la UBA, quien analizó el comportamiento de los rosarinos ante la situación que atraviesa la ciudad por la pandemia
«Hay que destacar la fuerza que tienen los procesos de negación. Es una reacción que tenemos ante situaciones de crisis, que nos ponen ante la posibilidad de la muerte, y que tiene que ver con hacer como si esa situación no existiera». Con esta frase, el sociólogo Daniel Feierstein le pone palabras a lo que viven muchos rosarinos y argentinos en este contexto de pandemia por el coronavirus. El licenciado en Sociología, doctor en Ciencias Sociales e investigador del Conicet dialogó con CLG Radio en, sin dudas, el peor momento de la ciudad con respecto al covid-19. Rosario batió un nuevo récord este miércoles con 875 casos positivos y, sin embargo, y pese a las restricciones vigentes, se puede apreciar una alta circulación de personas por la ciudad, dando a entender que muchos no están cumpliendo con las medidas solicitadas.
En primer lugar, el docente de la Universidad de Buenos Aires se refirió a la «negación» que existe en ciertos sectores de la sociedad: «Algo que trato de señalar es la fuerza que tienen los procesos de negación. Es una reacción que tenemos ante situaciones de crisis, que nos ponen ante la posibilidad de la muerte, y que tiene que ver con hacer como si esa situación no existiera, lo cual genera comportamientos muy problemáticos y hay que ver cómo podemos hacer para desarmarlos».
«Lo que llama la atención de algunas ciudades del país, y el caso de Rosario es muy llamativo, es que eso se suma a la irradiación de un clima de Buenos Aires a partir de los medios de comunicación nacionales, que no es la situación que vivió Rosario y que le está impidiendo tomar las medidas sanitarias que tiene que tomar», sostuvo en declaraciones al programa que se emite por LT3.
El investigador del Conicet aseguró que «Rosario logró controlar con mucha eficacia e inteligencia la pandemia al inicio a partir de una restricción, que es la forma de controlar». E indicó: «A partir de eso pudo construir esa nueva normalidad de apertura en la que estuvieron varios meses, y ahora se requiere otra vez un período corto de restricción para poder volver a abrir una vez que la situación esté controlada».
En ese sentido, Feierstein explicó que los rosarinos de alguna manera se contagiaron de los ánimos que provenían del Amba, pese a que la situación era completamente distinta: «Ha irradiado ese clima de Buenos Aires de cansancio, hartazgo y negación, y eso está jugando un rol fundamental en impedir que se tomen las medidas que hay que tomar para que las situación no sea más grave».
Al comparar la situación en el Gran Buenos Aires con otros puntos del país, expresó: «La situación en el Amba ha sido muy mala y sería ideal que el resto del país no siga ese ciclo. Así y todo, fue un ciclo lento, lo que permitió que el sistema de salud no colapsara. La diferencia en el resto del país, sobre todo en Rosario y Córdoba, es que la situación está siendo muy acelerada. La única solución es una restricción, pero hay que entender que es por poco tiempo, el virus no vive más de 15 días».
En el marco de esto último, el especialista en Ciencias Sociales cuestionó el modo de comunicar que se eligió: «Esto es muy importante transmitirlo y creo que fue el error de plantearlo en un sistema de fases. No es que uno vuelve atrás, es simplemente un período de restricción muy estricto de alrededor de 15 días, 20 como máximo, en el cual si se respeta la situación cambia radicalmente y luego se puede reabrir tal como estaba antes de la restricción».
«Rosario ha tenido una muy buena estrategia de trazabilidad, la puede volver a implementar, pero se necesitan que los contagios bajen a un nivel manejable. Esto es 50 o 100 contagios diarios», aseguró.
Además, Feierstein remarcó que «lo fundamental es segmentar la comunicación, no se le puede decir lo mismo a todo el mundo». Y señaló: «Sobre todo me parece muy importante alentar a quienes sí se siguen cuidando, que haya un número de gente que no se cuida no quiere decir que no hay otros que sí lo hacen».
El investigador también se refirió a lo que se vivió este jueves por la mañana, cuando se pudo ver a una gran cantidad de personas aglomeradas en el velorio del pastor José María Silvestri: «Hay algunas personas que están en proceso de negación que es muy difícil revertir, como es el caso del velorio del pastor, llega a un nivel de tal separación con la realidad que es difícil pensar en formas de intervención. Estos son grupos muy reducidos y habría que pensar en cómo llegar a otros grupos de personas».
Por otra parte, el docente de la UBA volvió a insistir con cambiar el modo de comunicar: «Hay que quebrar con ese discurso de las fases y pensar en que esta pandemia, hasta que tengamos una vacuna, nos va a hacer lidiar todo el tiempo con dos momentos. Uno es el de apertura, como el que ha vivido Rosario, y un momento de cierre que es muy corto y que sólo va a funcionar si es cumplido por un alto número de la población».
«Creo que hay que poder sacar esto de la grieta política porque las medidas de cuidado no tienen identidad política. Si colapsa el sistema de salud, los que van a morir van a ser de cualquier identidad política, no distingue ni el virus ni las otras enfermedades que uno puede tener. Las curvas de contagio son exactamente iguales, gobierne quien gobierne», concluyó.