El operativo fue llevando adelante por integrantes de la Gendarmería Nacional en Bahía Blanca
La camioneta de la Policía bonaerense secuestrada en la subcomisaría de la ciudad de Mayor Buratovich en el marco de la causa por la muerte de Facundo Astudillo Castro, cuyo cuerpo fue hallado el 15 de agosto en proximidades de la localidad de General Cerri, fue sometida este sábado a distintas pericias realizadas por integrantes de la Gendarmería Nacional.
El procedimiento, del que además participaron los perros de Marcos Herrero, perito de los abogados de Cristina Castro, madre del joven, se llevó a cabo en dependencias de la Región V de la Gendarmería, ubicada en avenida Alem al 1300 de Bahía Blanca.
Las pericias fueron realizadas en una camioneta sin sirenas ni equipo de radiocomunicaciones, que además no contaba con el sistema de rastreo satelital AVL, ni con GPS y que en la jerga policial se denomina «móvil perro«.
El peritaje se realizó en la misma dependencia en la cual ayer fue encontrada una gema que Facundo llevaba colgante cuando desapareció en el baúl de un patrullero Toyota Etios que pertenecía a la Unidad de Prevención de Policía Local (UPPL) de Bahía Blanca.
Uno de los abogados de Castro, Luciano Peretto, señaló esta tarde a Télam que “se llevó a cabo la inspección a la camioneta Ford Ranger, donde se procedió al levantamiento de pelo, un par de guantes de látex, pero nada relevante”.
«También se llevó a cabo la prueba de luminol y luego intervinieron los perros», agregó el letrado al comentar que los canes «no reaccionaron» tras las muestras de olor efectuadas en el marco de las diligencias. Por último, Peretto dijo que «todo lo que encontrado será trasladado para su correspondiente estudio de ADN».
La «Turmalina» en el baúl
La familia de Facundo Astudillo Castro está convencida de que el hallazgo en el baúl de un patrullero de una parte de la «turmalina» que llevaba como colgante el joven el 30 de abril pasado forma para de «un eslabón más» en la cadena que vinculan a la policía bonaerense con la desaparición forzada y que contiene «al menos cinco pruebas irrefutables».
Leandro Aparicio, uno de los abogados de Cristina Castro, explicó a Télam que el último hallazgo en el patrullero Toyota Etios de la Policía Local de Bahía Blanca «es una de las claves» del caso y que forma parte de «un sinnúmero de inconsistencias de parte de la fuerza de la provincia».
Pero no solo para la querella se trató de una sorpresa el hallazgo de la piedrita que Facundo llevaba como colgante y que le habían regalado sus amigos en honor a la inauguración de la cervecería «Turmalina», que habían abierto en Pedro Luro.
Uno de los investigadores judiciales también consideró a Télam que se trató de «una evidencia fuerte», pero que esa «turmalina» ahora deberá ser sometida a peritajes científicos para intentar corroborar que efectivamente se trate del colgante de Facundo.
La misma fuente con acceso al expediente judicial que tienen a su cargo los fiscales Santiago Ulpiano Martínez, Horacio Azzolín y Andrés Heim, afirmó que los policías que estaban a bordo del patrullero Etios el 8 de mayo pasado y que fue geolocalizado en inmediaciones del cangrejal donde fue hallado el cadáver de Facundo «ya están individualizados».
A esos policías se les secuestraron sus teléfonos celulares para ser analizados, pero por el momento no serán llamados a declarar, porque aún no saben si será en calidad de «imputados» o de «testigos».
Las sospechas sobre la Policía Bonaerense
Para el abogado Aparicio, hay al menos cinco pruebas irrefutables que vinculan a la policía en la desaparición forzada de Facundo:
- El hallazgo del amuleto que llevaba siempre consigo Facundo (una pequeña sandía de madera en cuyo interior había una vaquita de San Antonio y que le había regalado su abuela) y que el 31 de julio fue hallado durante un rastrillaje en el destacamento policial de Teniente Origone por el perro «Yatel» del adiestrador Marcos Herrera, perito de la querella.
- La geolocalización durante unos 35 minutos del patrullero Etios el 8 de mayo, es decir nueve días después de la desaparición de Facundo, a 800 metros del lugar donde el 15 de agosto fue encontrado su cadáver esqueletizado.
- El peritaje sobre el teléfono celular de la oficial de la policía bonaerense Siomara Flores, que determinó que sugestivamente ese mismo 8 de mayo desactivó la aplicación de la red social Whatsapp.
- El mensaje de texto que puso ser recuperado mediante el sistema de análisis UFED del teléfono celular del policía Mario Gabriel Sosa, que le envió a su compañera Jana Curruhinca un texto donde le dice «quédate tranquila janita que nadie sabe que fuimos nosotros y aparte hicimos lo que nos dijo el jefe».
- El hallazgo de la «turmalina» en el Etios, precisamente el mismo móvil que en un peritaje realizado a mediados de agosto último, el perro «Yatel» ya había marcado por presuntos rastros «odoríferos» de Facundo.
Facundo (22) fue visto con vida por última vez el 30 de abril último, cuando en plena cuarentena por la Covid-19 dejó su casa de Pedro Luro para ir a Bahía Blanca a ver a su exnovia.
En el trayecto fue detenido en, al menos, un control policial por violar el aislamiento, aunque se lo dejó continuar y, según cree su madre, tras ello fue desaparecido por policías bonaerenses que finalmente habrían arrojado sus restos en el cangrejal de General Cerri, en el partido de Villarino, donde fueron hallados 107 días después de su desaparición.