El proyecto de ley será votado cuando el parlamento francés retome la actividad tras el receso de verano
Francia prepara un proyecto de ley «contra los separatismos» que incluye una propuesta para penalizar la emisión de «certificados de virginidad», en medio de un debate entre quienes sostienen que es un anacronismo y quienes señalan que el papel, en algunos casos, puede salvar vidas.
Los certificados ya no son tan comunes en Francia, aunque sigue habiendo peticiones y médicos que se prestan a ello pese a que los colegios profesionales se oponen. En general, las solicitantes son mujeres jóvenes que quieren casarse, casi siempre fuera de Francia, y necesitan el papel para tranquilizar a la familia del novio o a su propio padre.
El proyecto de ley, que será votado cuando el parlamento francés retome la actividad tras el receso de verano, está destinado a evitar que ciertos grupos radicales se encierren en torno a afiliaciones étnicas o religiosas, según el ministro de interior, Gérald Darmanin.
«Algunos médicos todavía se atreven a certificar que una mujer es virgen para permitir un matrimonio religioso, a pesar de la condena de estas prácticas por el Consejo de la Orden de Médicos», expresó Darmanin al anunciar el proyecto en una entrevista con el diario Le Parisien, el pasado 6 de septiembre.
El ministro agregó que no solo se va a prohibir la práctica sino que además se buscará imponer sanciones a quienes las realicen.
Dos días antes, el presidente, Emmanuel Macron, había advertido que en Francia «nunca se debe aceptar que las leyes de la religión sean superiores a las leyes de la República».
La posición tajante del mandatario choca con la posición de algunos profesionales de la salud.
La Presidenta del Colegio Nacional de Ginecólogos y Obstetras Franceses, Joëlle Belaisch-Allart, dice que «son casos extremadamente raros, pero existen y son esencialmente solicitudes de origen religioso».
Para la Asociación Nacional de Centros de Aborto y Anticoncepción, el Gobierno «se equivoca en su objetivo yendo tras los profesionales de la salud. En todo caso, la solicitud de este certificado es una oportunidad para recibir, evaluar la situación y discutir estas prácticas con la mujer».
En ese sentido, Ghada Hatem, ginecóloga y creadora del Hogar de Mujeres de Saint Denis, explicó que cuando la que le pide el certificado es una mujer con recursos «que puede arreglárselas sin él» rechaza emitirlo.
«Le explico, le hablo de los derechos de las mujeres, de las batallas de generaciones para que las mujeres puedan disponer de sus cuerpos», sostuvo en declaraciones al diario Le Monde.
Pero, en ciertos casos, «especialmente en las jóvenes, mi prioridad sobre todo es protegerlas. Y si la consigna de un certificado de virginidad es el único modo, lo hago y tomo la responsabilidad», completó.
En la misma línea, Isabelle Derredinger, secretaria general de la Orden de Obstetras, subrayó que «certificar la virginidad es una nimiedad anatómica, pero no disponer este documento puede llevar a poner en peligro a las mujeres».