A pesar de no haber sido comprobadas, sus leyendas originaron las mayores devociones en el país
Las muertes de Deolinda Correa, en San Juan, y del gaucho Antonio Plutarco Cruz Mamerto Gil Núñez, ocurrieron en las década de 1840 y 1870, respectivamente, y generaron leyendas que con el tiempo se convirtieron en las mayores devociones de fe pagana de Argentina.
La mujer era esposa de Clemente Bustos, un lugareño de Angaco que fue reclutado por la fuerza por los grupos montoneros para participar de las guerras civiles, y llevado a La Rioja, y ella intentó ir tras él con su bebé recién nacido.
En un viaje a pie por el desierto sanjuanino, falleció de agotamiento, sin alimentos ni agua, y fue hallada al día siguiente por unos arrieros, quienes comprobaron que el niño seguía vivo, amamantándose del cuerpo muerte de su madre, lo que dio origen a la leyenda y a la posterior devoción de fe en esa provincia.
Claudia Boente, referente técnica en Turismo Religioso del Ministerio de Turismo y Deportes, señaló que «con la Difunta Correa, cuando tenemos que contar la historia, es mucho más asertiva y veraz según los historiadores que la historia del Gauchito Gil, porque en este caso hay tres versiones distintas».
«Hay coincidencia -siguió- en que por el año 1847, aproximadamente, lo empezaron a perseguir porque él no se quería alistar en el ejército en la lucha entre Unitarios y Federales, y había sido convocado por el ejército federal, pero como no estaba de acuerdo con ese enfrentamiento decidió huir con dos compañeros».
El ejército lo encontró y lo mató el 8 de enero en un año impreciso, y esa es la fecha de su fiesta en Mercedes, Corrientes, ya que había nacido cerca de esa ciudad.
Boente dijo que «hay una versión que dice que lo ataron a un poste o un árbol y dispararon pero ninguna bala le entró al cuerpo, porque decían que era devoto de San La Muerte y las balas no le entraban, entonces lo degollaron».
«Otra versión es que después de varios intentos de fusilamiento una bala le entró en el corazón», continuó, y añadió que «la tercera es que fue colgado de un algarrobo y degollado, porque decían que además tenía el poder de hipnotizar a la gente».
Pero al margen de la forma en que murió -algo no documentado pero que forma parte de la leyenda- la devoción surge de una anécdota, según la cual le dijo al soldado que lo iba a matar que al llegar a su casa iba a encontrar a su hijo enfermo y que iba a morir, pero si el hombre se acordaba de Gil su hijo sanaría.
El soldado llegó a su casa y efectivamente encontró a la esposa llorando porque el hijo estaba enfermo, muriendo, y entonces desertó del ejército, volvió al lugar donde dejaron el cadáver del gaucho, lo enterró, le pidió perdón y el hijo se salvó.