En tanto los migrantes se niegan a volver a vivir en condiciones de hacinamiento y reclusión
Las autoridades griegas afirmaron que las nuevas instalaciones destinadas a acoger a solicitantes de asilo actualmente en las calles tras los incendios en el campamento de refugiados de Moria, en la isla de Lesbos, estarán listas «en cinco días», en tanto los migrantes se niegan a volver a vivir en condiciones de hacinamiento y reclusión, y volvieron a manifestarse.
«En cinco días la operación estará finalizada. Todo el mundo será instalado en el nuevo campamento», indicó el ministro de Migraciones griego, Notis Mitarachi, quien visitó Lesbos durante dos días para coordinar los trabajos. El nuevo campamento está ubicado a tres kilómetros de Mitilene, capital de la isla y fue levantado en un ex campo de tiro estatal, donde ayer ya se instalaron las primeras 300 personas, informaron las autoridades.
Hoy unos veinte solicitantes de asilo formaban fila ante la cerca de este campamento, esperando ser registrados por parte de las autoridades, informó la agencia de noticias AFP. Sin embargo, cientos de migrantes se niegan a registrarse y entrar al nuevo campo, aduciendo que están hartos de esperar en Moria desde hace meses, algunos de ellos, años, para ser trasladados a instalaciones en Grecia continental.
A las condiciones de hacinamiento, falta de higiene y violencia diarias que se vivían en Morida, se le sumó el estado de confinamiento debido a la pandemia del coronavirus, por lo que muchos migrantes temen ser encerrados y ninguno quiere revivir esto. «Sálvanos, Europa», rezaba una pancarta sostenida por un migrante que se manifestaba esta mañana para evitar volver a vivir en las condiciones de violencia y hacinamiento de Moria.
En tanto, el papa Francisco clamó por «una acogida digna» para los refugiados del campo de Moria. «En los días pasados varios incendios han destrozado el campo de Moria en la isla de Lesbos, dejando miles de personas, de refugiados, sin ni siquiera un refugio», manifestó el pontífice tras el rezo del ángelus, informó la agencia de noticias Europa Press. El Papa, quien viajó a Lesbos en 2016 en compañía del patriarca ortodoxo Bartolomé y ya entonces instó a generar «una acogida digna y humana a los refugiados y a quien busca asilo en Europa», trasladó hoy el mismo mensaje desde el balcón de su estudio privado en el Palacio Apostólico.
A más de un lustro de la existencia de Moira, y en medio de una crisis humanitaria que no encontraba solución, el campamento de refugiados no fue inmune a la pandemia del coronavirus, por lo que las autoridades decidieron confinarlos desde mediados de marzo. Muchas ONGs y la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) consideraron que las medidas de confinamiento en los campos eran «discriminatorias» y «excesivas», teniendo en cuenta que el Gobierno griego levantó la medida a nivel nacional a comienzos de mayo.
Mitarachi estimó que unas «200 personas» entre los solicitantes de asilo podrían estar infectadas, por lo que las autoridades indicaron que impondrán restricciones a la salida de migrantes de este campamento. «En Moria podíamos salir, pero aquí será como una prisión», denunció una migrante congoleña que desde el martes duerme en la ruta junto a su bebé de cinco meses.
Este caso no es el único, miles de familias llevan varias noches durmiendo sobre el asfalto, en las veredas o campos en Lesbos, luego de los grandes incendios del martes y miércoles de la semana pasada que destruyeron el centro de registro e identificación en Moria, sin provocar víctimas.
Sin embargo, Mitarachi insistió en que el campo sólo estará «12 horas» cerrado, y que los migrantes podrán salir el resto del día. Los incendios reavivaron el debate sobre el fracaso de la UE a la hora de gestionar humanamente el aluvión de solicitantes de asilo. Las autoridades griegas sugieren que los incendios fueron iniciados por los mismos solicitantes de asilo, desesperados por el hacinamiento que se vivía en el campamento y que desean abandonar la isla.
El campamento de Moira se estableció durante una ola masiva de migración a Europa en 2015-16 y acogió a personas que huían del conflicto y la pobreza en Medio Oriente, África y Asia y que llegaban clandestinamente desde la costa turca. Construido para albergar a poco más de 2.750 personas, Moira terminó con más de 12.700, entre ellas 4.000 niños.
Durante los últimos años, la falta de higiene y el hacinamiento en este campo de Moria han sido duramente criticados por las ONGs de derechos de los refugiados, que con frecuencia solicitan a las autoridades griegas que trasladen a los solicitantes de asilo más vulnerables hacia el continente, pero el Gobierno griego se niega.