Una patología compleja que provoca movimientos o sonidos involuntarios y repetitivos. Al día de hoy no se conoce una cura. ¿Qué formas de tratamiento tiene?
El Síndrome de Tourette es una patología compleja que se caracteriza por la aparición de tics que evolucionan a movimientos repetitivos o sonidos indeseados. La misma no tiene cura pero sí métodos de tratamiento.
Un artículo publicado en el portal Mejor con Salud, firmado por el médico Leonardo Biolatto, explica cuáles son las diferentes modalidades de abordaje que mejoran la situación de aquellas personas que padecen el Síndrome de Tourette.
En primer orden, hay que aclarar que la patología consiste en la aparición de movimientos o sonidos involuntarios que no se pueden controlar. En la mayoría de casos, comienza a manifestarse en la infancia o en la adolescencia, antes de los 15 años.
La causa de este trastorno se desconoce. Se cree que influyen tanto factores genéticos como ambientales. De hecho, es más frecuente en personas que tienen antecedentes familiares, al igual que aparece más en hombres que en mujeres.
Los tics son movimientos o sonidos repentinos y breves. Se clasifican en simples o complejos. Los primeros son aquellos que involucran grupos musculares pequeños. Por ejemplo, parpadear. Los complejos, por el contrario, incluyen más grupos musculares.
Tratamiento médico del síndrome de Tourette
Muchas personas no requieren ningún tratamiento para esta patología, ya que en algunos casos los síntomas son leves y no influyen en la vida cotidiana. Sin embargo, también pueden ser incapacitantes, por lo que se han ideado diferentes formas de aliviar los tics. Una de ellas es mediante medicamentos.
Un artículo de revisión publicado en National Institute of Neurological Disorders and Stroke afirma que ciertos neurotransmisores, como la dopamina, están implicados en el desarrollo de esta patología. Por ello, un tratamiento médico del síndrome de Tourette implica fármacos que bloqueen o disminuyan la dopamina.
Por ejemplo, el haloperidol y la risperidona son de prescripción. Parece que ayudan a reducir los tics, aunque presentan un riesgo alto de efectos secundarios, como el aumento de peso.
Otra opción es inyectar bótox en el músculo que está generando el tic. En la actualidad, se está investigando sobre el uso de medicamentos anticonvulsivos también, como el topiramato.
Por otra parte, es importante destacar que el síndrome de Tourette se suele acompañar de otras patologías. Algunas de ellas son la ansiedad, la depresión y el trastorno obsesivo compulsivo. De ahí que se empleen con frecuencia medicamentos antidepresivos y ansiolíticos para paliar estos síntomas.
Terapia conductual como tratamiento para el síndrome de Tourette
La terapia conductual es un tipo de terapia psicológica que busca reeducar al paciente para que aprenda a controlar los tics. La idea es que, al identificar los signos previos al gesto involuntario, se pueda generar otra respuesta que los contrarreste.
Este tipo de terapia consta de diferentes estrategias. Si bien es cierto que ayuda a reducir el número y la gravedad de los tics, no es un tratamiento de cura definitiva del síndrome de Tourette. Además, no tiene efectividad en todas las personas.
Inversión del hábito
Una de las técnicas que se engloban dentro de la terapia conductual es la inversión del hábito. Según un estudio publicado por la Universidad de Miguel Hernández, es una posibilidad de tratamiento efectivo que no requiere fármacos.
Este método consta de diferentes etapas. Se basa en aumentar la consciencia sobre los tics para identificarlos. A partir de ahí, se entrena a esa persona para producir una respuesta incompatible al mismo.
Por ejemplo, si el tic consiste en tocarse la cabeza con las manos, lo primero sería ser consciente de este movimiento y de cuándo va a ocurrir. La nueva conducta sería colocar las manos en otro lado, como en las rodillas, para evitar realizar el gesto.
Intervenciones integrales para los tics (CBIT)
Otro tipo de terapia conductual es la CBIT. Incluye la inversión del hábito, relajación y educación sobre los propios tics para reducir los síntomas del síndrome de Tourette.
En este tipo de estrategia no solo se aborda al afectado, sino que se involucra a otras personas del entorno para favorecer la mejoría. Por ejemplo, si se trata de un niño en el colegio, se pide la colaboración a los profesores.