El Banco Central sigue sacrificando dólares por la fuerte compra por parte de los ahorristas y estudian medidas. ¿Llega otro cepo?
Entre reestructuraciones con acreedores privados y organismos públicos, el gobierno nacional consiguió un alivio que alcanza los 59.600 millones de dólares sólo entre 2020 y 2024 pero, sin embargo, la presión sobre el dólar continúa y, aunque la balanza comercial es positiva, el Banco Central sigue sacrificando reservas todos los días por la fuerte compra de moneda dura por parte de los ahorristas.
El debate ya lleva varias semanas entre los economistas del gobierno y todavía no parece tener fin: en el Banco Central, hay quienes dicen que es necesario ponerle fin al permiso de comprar 200 dólares al precio «solidario» -con el recargo del 30% del impuesto País- e ir hacia un cepo ultra restrictivo.
Por otro lado, el ala de Martín Guzmán considera que avanzar en este sentido es, en términos futbolísticos como le gusta hablar al ministro, «defenderse con línea de seis» y no permitirá generar una estructura de crecimiento y desarrollo en el mediano plazo.
De hecho, en sus últimas declaraciones, Martín Guzmán confirmó que seguirá vigente el dólar ahorro y aseguró que tienen «poder de fuego» para actuar sobre los movimientos de la divisa.
Lo cierto es que el número de argentinos que utilizan el cupo para comprar 200 dólares por mes ya alcanza los cuatro millones, lo que se traduce en una pérdida de reservas internacionales por 800 millones de dólares.
Esa cifra se da en un contexto en que, debido a la fuerte caída del consumo por la pandemia, las importaciones mucho más profundamente que las exportaciones y la balanza comercial del país le podría permitir al Gobierno acumular algo de reservas para hacer frente a los desafios de industrialización que Alberto Fernández tiene en la postpandemia.
Sin embargo, la acumulación no está ocurriendo y las reservas netas perforaron el piso de 10.000 millones de dólares el mes pasado, una pérdida que se acentuaría en septiembre teniendo en cuenta que en los primeros días del mes muchos home bankings casi colapsaron por la cantidad de personas que hacía la «cola digital» para comprar dólares.
Sucede que, incluso aunque la moneda dura no sea necesaria para la gente hoy y no sea comprada tampoco como reserva de valor ante la inflación -que acumula hasta agosto una caída respecto al 2019-, la brecha cambiaria le permite a cualquier ciudadano comprar divisas y venderlas al valor «blue», generando una diferencia de casi seis mil pesos.
Para frenar esa tendencia, en el gobierno se debate llevar a cabo un desdoblamiento cambiario: es decir, fomentar un dólar comercial -para las operaciones de comercio exterior- y otro financiero, cuyo valor sería más alto.
Los peligros que afronta cualquier medida tomada sobre el dólar es el efecto devaluatorio que puede tener sobre la economía real y, particularmente, sobre salarios y jubilaciones, que ya fueron afectados en los últimos años y más aún en la pandemia.
Ese poder de fuego se expresaría en que tanto el Fondo de Garantía de Sustentabilidad de Anses como el Banco Central podrían operar colocando bonos en divisas, aumentando la oferta de dólares y disminuyendo la presión cambiaria, que es una estrategia que ya fue utilizada por Axel Kicillof y Emmanuel Álvarez Agís durante 2015, cuando se logró achicar la brecha entre el dólar blue y el oficial.