Según el balance, publicado por el Gobierno libanés, la explosión del depósito descuidado de nitrato de amonio causó además 6.500 heridos y al menos tres personas siguen desaparecidas.
Un nuevo balance elevó hoy a 190 los fallecidos por la gran explosión del 4 de agosto en el puerto de Beirut, desde los 171 de la última estimación, mientras el líder del partido-milicia chiíta Hezbollah, Hassan Nasrallah, volvió a rechazar cualquier responsabilidad y exigió una investigación completa.
Según el balance, publicado por el Gobierno libanés, la explosión del depósito descuidado de nitrato de amonio causó además 6.500 heridos y al menos tres personas siguen desaparecidas.
«Las afirmaciones de que Hezbollah está relacionado con el nitrato de amonio son mentiras», aseguró Nasrallah en un discurso televisado con motivo del final de la festividad musulmana de la Ashura, en el que exigió la publicación de hasta el último detalle de la investigación en curso, informó la agencia de noticias Europa Press.
«Pido a las autoridades que declaren si había misiles o armas en el puerto, hacemos un llamado al Ejército libanés para que declare los resultados de la investigación y recalcamos que el Poder Judicial debe hacer un seguimiento firme de la voladura del puerto. La sangre de los mártires no debe ser en vano», manifestó.
Analistas y muchos manifestantes que salieron a las calles después de la explosión para pedir justicia señalaron a Hezbollah -una de las fuerzas políticas más poderosas del país- de controlar de hecho el puerto y todo lo que entra y sale de él.
La investigación oficial generó varias detenciones, entre ellas a autoridades del puerto y la Aduana, pero por ahora ningún dirigente de Hezbollah o de otra de las principales fuerzas políticas del país.
Además, Hezbollah -el único partido libanés con un brazo armado con una capacidad similar a la de un ejército- es uno de los actores claves para definir cómo será y quién estará a cargo del próximo Gobierno.
Nasrallah prometió que facilitará cualquier acuerdo para sacar al país de la parálisis política y económica en la que está, especialmente, luego que el Gobierno de Hassan Diab dimitiera cuatro días después de la explosión.
«Cooperaremos para sacar al país de cualquier vacío gubernamental y esperamos que los bloques parlamentarios puedan nombrar a un primer ministro designado mañana», manifestó, al tiempo que exigió que las nuevas autoridades cumplan con las peticiones de la comunidad internacional para poner fin a la corrupción y negligencia simbolizadas, a juicio de los libaneses, en la gran explosión del puerto, informó la agencia alemana.
La devastación provocada por las explosiones profundizó aún más la crisis política que vive el país desde hace 10 meses.
Masivas protestas comenzaron a tomar las calles y los principales partidos políticos -los mismos señalados en las manifestantes como responsables de la inacción y corrupción que permitió el abandono del peligroso químico en el puerto- prometieron negociar cómo formar un nuevo Ejecutivo para evitar ir a unas elecciones anticipadas.
Alrededor de 300.000 personas se quedaron sin techo y más de 50.000 viviendas fueron destruidas después de la detonación de 2.750 toneladas de nitrato, almacenadas de forma inadecuada durante años el 4 de agosto en el puerto de la capital de Líbano.
Las últimas estimaciones económicas del Gobierno arrojan un balance de daños estimado en 15.000 millones de dólares.