Carolina Escudero, quien es doctora en Psicología Social, creó una teoría de reparación para las personas que sufrieron la pérdida uniendo psicología y herramientas digitales
La argentina Carolina Escudero, doctora en Psicología Social, trabaja en España junto a familias a las que les fueron robados sus bebés durante y después del franquismo, creando un teoría de reparación para estas personas que une la psicología y herramientas digitales.
Escudero vive en Barcelona y durante un paseo de domingo con su familia por la plaza Sant Jaume se encontró con un grupo de personas que buscaban a sus seres amados apropiados cuando eran bebes.
«Allí, bajo la lluvia del mes de febrero escuchaba por primera vez sus relatos, les habían robados a sus bebés durante la dictadura y durante la democracia», contó a Télam, y reconoció que el ser argentina influyó «mucho para no tener miedo en avanzar con mi investigación y hacer un aporte concreto a esta población».
El franquismo arrebató niñas y niños a sus madres durante la Guerra Civil (1936-1939), que fueron entregados a instituciones públicas o religiosas y a familias, apropiación que continúo hasta la muerte de Francisco Franco en 1975 y se extendió hasta finales de los años 80, convirtiéndose en un negocio en el que estaban implicados médicos, enfermeras, curas y monjas.
Las estimaciones sobre cantidad de bebés robados van desde los 30 mil a los 300 mil en toda España.
En enero de 2011 se presentó la primera querella criminal conjunta en España por los casos de niños robados y los familiares de víctimas de la época de la dictadura se sumaron en el 2014 a la querella por los crímenes franquistas abierta en Argentina en aplicación del principio de Justicia universal.
En este contexto, la investigadora argentina comenzó a diseñar un proyecto con las familias.
¿Cómo inició el trabajo de recuperación y resilencia con estas personas?
Desde la Psicología Social y desde la Media Psychology se me planteaban diversos caminos. Fui armando un marco teórico y conceptual, una investigación basada en la psicología de los medios (Media Psychology) que pudiese generar impactos positivos para el colectivo: recuperación del trauma a través del relato de búsqueda en primera persona, un relato trabajado y empoderado de cara a la audiencia y la sociedad en la que viven y un impacto positivo en la sociedad española, en un principio, que escuchase, leyese sobre ellas sin estigmas ni estereotipos, que pudiesen ser empáticos con las historias.
¿De qué se trata «Te Estamos Buscando» y qué impacto tuvo en las familias?
Comienza siendo una campaña de búsquedas resilientes pero luego pasa a ser un emblema para muchas familias. El nombre responde a un ejercicio que propuse durante los talleres basado en la filosofía Ubuntu (Zulu): ´Te Busco´, que implica mi historia personal, lo que soy y lo que he dejado de ser, hacia un ´Te Estamos Buscando´, un movimiento y accionar coordinado en grupo, abrazando las diferencias entre cada uno de los integrantes. La búsqueda y necesidad de dar a conocer los casos son el motor conjunto que no se apaga. La campaña fue un éxito en toda España. Lo que no estaba en mis planes fue que trascendiera las fronteras. Me contactaron madres de otros países que fui sumando a la segunda campaña e inspiró a las organizaciones de bebés robados de diferentes regiones de España a crear una plataforma internacional europea «Te Estamos Buscando» integrada por España, Inglaterra entre otros países.
La campaña recibió reconocimientos y apoyos de distintas personalidades y las familias de bebés robados de Catalunya enviaron carteles con la consigna a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.
La historia de la falta de reparación a las víctimas del franquismo y del robo de bebés está relatada en el documental «El silencio de otros» dirigido por Almudena Carracedo y Robert Bahar, producido por Pedro Almodóvar, que recibió varios premios en festivales de cine y puede verse en Netflix. Escudero aportó que hay varios documentales sobre el tema como ‘El legado de Franco’, una producción franco-alemana. En estas producciones impacta la edad de las víctimas: son personas mayores, en el final de sus vidas, buscando justicia.
¿Por qué basó su investigación en personas mayores?
La mayoría de las personas que integran las plataformas de bebés robados tienen entre 60 y 98 años. No les podemos denominar inmigrantes digitales. Una de mis últimas investigaciones demuestra que estas personas han hecho una mutación digital donde se suman varios aspectos emocionales que van en paralelo con los pasos hacia una inclusión digital.
¿Cómo contribuyen las tecnologías digitales en este proceso en esta población adulta mayor?
El punto de partida es el conocido: dificultades para trascender las barreras digitales, pero lo que marca la diferencia es la necesidad emocional que les plantea un desafío diferente: si quiero que mi caso sea conocido, si quiero encontrar a mi hijo, hija, debo empezar a moverme, a difundir, a dar a conocer porque mis hijos son una generación muy activa digitalmente. Es así que asumen cambios, se esfuerzan, se abren a los nuevos conocimientos y mutan…y una vez que mutan, ya no hay vuelta atrás.
Entre los ejes interesantes de su tarea con personas mayores es que son protagonistas, no hay «una otra persona» que habla en nombre de ellas y ellos. ¿Cómo ha impactado esto en el proceso de las familias?
Se trata de las voces de personas a las que silenciaron y a muchas les hicieron pensar que estaban locas. Estas voces fueron manipuladas y les hacían creer que tenían la culpa de la muerte de su bebé. Pero cuando son conscientes del poder retenido que tienen entre sus manos, del poder de sanación y de reconstrucción de la propia historia personal que tienen las palabras… se liberan.
Usted acuña el concepto ‘mutación digital’, un término que parece ‘alejado’ de lo humano de esta experiencia. ¿Nos explica cómo se da esa ‘humanización tecnológica’?
La Digital Mutation habla de un uso emancipador de la tecnología, basada en un proceso de aprendizaje que se da paralelamente con un proceso de motivación individual que luego pasa a ser un proceso resiliente grupal. Observando a estas familias durante 4 años y medio observo que hay un motor emocional que hace que cualquier limitación económica, de edad, de conocimientos digitales, de tipo de población pueden ser trascendidas. Porque hay una perseverancia, una necesidad individual que luego se une con una necesidad grupal de aprender y mejorar para seguir avanzando con sus casos, porque los casos de búsquedas son sus vidas.