CLG dialogó con los trabajadores del transporte particular, uno de los actores fundamentales de las calles rosarinas
Sin lugar a dudas, los taxistas son el termómetro del tránsito rosarino. Su experiencia en las calles los transforman en un actor fundamental en el ir y venir de la ciudad. Y si bien la cantidad de autos bajó producto de la pandemia, andar por Rosario sigue siendo una aventura.
CLG le consultó a los trabajadores del transporte particular su mirada, y ellos expusieron la realidad del tránsito de la ciudad.
Antes de la llegada del coronavirus, Rosario sufría, más en la zona céntrica, de la gran cantidad de rodados que había sobre el pavimento. Embotellamientos, infracciones, discusiones y hasta siniestros era habitual entre autos y conductores. Si bien es cierto que el flujo de personas se redujo por la cuarentena a raíz de la pandemia, algunos problemas siguen intactos.
El primer consultado por este medio remarcó la «desprolijidad» con la que se vive en la calle y responsabilidad la falta de controles. «Está bastante trabado el tránsito, pese a que hay menos gente», sostuvo y aseguró que es un problema de «vieja data».
El reclamo de los conductores se centra contra los ciclistas, motoqueros, cartoneros o aquellos que dejan el vehículo en doble fila. «Esto es una jungla«, afirmó otro arriba de su taxi.
El nulo respeto de las normas de tránsito es otra de las aristas y hasta algunos se animaron a elevar el reclamo a la «falta de respeto total» entre los conductores.
Uno destacó la gran cantidad de autos circulando y que en «horarios picos es peor» a los tiempos donde las restricciones de distanciamiento social no estaban presentes en la población.
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