Las cadenas se encuentran en estudio pero los expertos aseguran que pertenecen a la barrera realizada 20 de noviembre de 1845 para detener a las tropas anglo-francesas
El pasado martes, Jorge López estaba pescando como lo hace habitualmente cuando se encontró con una sorpresa. Amarró su embarcación en la playa y, al mirar hacia el fondo, gracias a la bajante del Paraná, observó un eslabón de una cadena. Tiró, tiró con fuerza y se encontró con otros más hasta que le fue imposible seguir porque el terreno tiene muchos sedimentos.
Enseguida, López advirtió a otros pescadores que estaban en el lugar, quienes también se asombraron ante el hallazgo. Inmediatamente, el Grupo Conservacionista del Museo Paleontólogico de San Pedro llegó al lugar para analizar si la cadena encontrada fue colocada en 1845 en la Batalla de la Vuelta de Obligado.
La pieza está compuesta por “6 eslabones y un grillete de unión de uso náutico. En diferentes puntos, el tramo de cadena presenta golpes, desgaste, torsión, estiramiento y demás síntomas que denotan un intenso uso”, aseguraron los especialistas.
Además indicaron que cada eslabón rescatado “mide unos 18 centímetros de longitud, 10 centímetros de ancho y el conjunto tiene un peso total de 13,09 kilogramos y 1,007 metros de longitud”. “Me siento re emocionado por el hallazgo«, le comentó López al portal La Opinión.
Los integrantes del Grupo no tienen dudas de que se tata del elemento utilizado por el general Lucio Mansilla, al mando de las tropas argentinas, para intentar detener el avance de las embarcaciones anglofrancesas.
En esa porción de río, el Paraná se estrecha hasta tener sólo 700 metros de ancho en su cauce principal. Además, el curso ofrece un recodo que dificultaba aún más la navegación de los barcos de guerra cargadas de mercancías y en reclamo del “libre comercio”.
“Están a diez metros de donde estaban atadas en el monolito, nosotros no tenemos dudas de que son de la batalla, tienen el grosor que Mansilla indica en sus notas, la oxidación que corresponde a los objetos que han estado sumergidos vinculados a la batalla, están colgando incrustadas en la roca, en la pared del río”, precisó José Luis Aguilar, quien encabeza el Grupo de expertos al sitio Weekend.
Según el paleontólogo, por la bajante del río, este es un momento ideal para retirar la cadena que está agarrada a la barranca y recordó el tramo de casi un metro, prácticamente igual, que fue hallado por otro pescador en la misma zona.
Aguilar hacía referencia a los restos de cadenas de la Batalla de Vuelta de Obligado en el año 2013. En esa ocasión fueron seis eslabones más un grillete de uso náutico.
La Vuelta de Obligado
La batalla tuvo lugar donde se ubicaba la principal fortificación argentina, en la Vuelta de Obligado, donde el Paraná se estrecha hasta tener sólo 700 metros de ancho en su cauce principal. Pero además, allí mismo gira sobre sí en un recodo pronunciado lo que dificultaba la navegación a vela.
Las tropas argentinas estaban lideradas por Lucio N. Mansilla, quien hizo tender tres gruesas cadenas que pesaban más de 9.000 kilos, de costa a costa, sobre 24 lanchones, con la intención de detener el desembarco de las naves.
Los propios pobladores participaron de la forja de la barrera, entregando las piezas de metal de sus casas. Pero además, todos los residentes de entonces de lo que hoy es Obligado cumplieron algún papel en la construcción. La operación estuvo a cargo, principalmente, de un italiano inmigrado a la Argentina de apellido Aliverti.
La escuadra anglo-francesa había llegado con el pretexto de mediar en una pacificación entre Buenos Aires y Montevideo, pero buscaban en realidad establecer un vínculo comercial directo, desconociendo a la autoridad nacional, con Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes.
En los primeros días de noviembre de 1845 ya surcaban las aguas del río Paraná 11 de los 22 barcos de guerra que habían llegado al Río de la Plata, una custodia para una mucho más numerosa flota de 92 buques mercantes. Portaban 418 cañones y tenían 880 soldados, mientras que las tropas nacionales sólo le podían oponer seis buques mercantes y cañones en mucho menor cantidad, y de menor calibre.
Mansilla montó cuatro baterías artilladas con 30 cañones, con 160 artilleros: la Restaurador Rosas al mando de Álvaro José de Alzogaray; la General Brown, con el teniente de marina Eduardo Brown, hijo del almirante al frente; la General Mansilla, comandada por el teniente de artillería Felipe Palacios, y una cuarta de reserva, aguas arriba de las cadenas: Manuelita (nombre de la hija de Rosas), responsabilidad del teniente coronel Juan Bautista Thorne.
El 20 de noviembre de 1845, al amanecer, comenzó la batalla, cuando tres lanchones argentinos que patrullaban al río fueron atacados por la artillería de la flota extranjera. Tras varias horas de combate, las municiones de las baterías se habían agotado, y tropas británicas y francesas iniciaron el desembarco.
Se estima que la batalla dejó 250 muertos y 400 heridos entre las fuerzas de defensa. Las barcazas que sostenían las cadenas por encima del espejo de agua fueron incendiadas. Pero la flota había quedado con su nave insignia a la deriva, sin ancla, cuya cadena fue cortada por una certera salva, y con dos bergantines seriamente averiados y fuera de combate, y otras naves con daños importantes.
Las cadenas fueron rotas a martillazos y los buques pasaron. Los soldados argentinos sufrieron una derrota táctica pero la batalla fue trascendente para diplomacia de la Confederación Argentina.
La batalla de Vuelta de Obligado marcó un hito en la reivindicación de la soberanía nacional y demostró el compromiso asumido por el pueblo argentino, liderado por Rosas, en defensa de nuestra tierra, de nuestras tradiciones y del derecho a ser libres. Tal fue su significación que, desde su exilio, el general San Martín la definió como la «segunda independencia argentina».
En homenaje a la batalla de la Vuelta de Obligado es que el 20 de noviembre se celebra el Día de la Soberanía Nacional.