Por María Florencia Blanco Esmoris / Investigadora CIS-CONICET/IDES
Casa fue una de las palabras que más escuchamos desde que inició la cuarentena en Argentina, sea con el #QuedateEnCasa o por su amplificación por parte de diversos actores en redes sociales. Casa se tornó un breviario de la experiencia de confinamiento.
Hace varios años me dedico a investigar las casas en el marco del Centro de Investigaciones del CONICET/IDES: las formas en que se proyectan, se construyen, se amueblan, se decoran, se exhiben, se mantienen o se significan. En particular, el modo en que es anudada a las biografías de quienes la habitan, mediante sus materiales, sus objetos, sus discursos o sus prácticas. Y en este contexto, mi trabajo de campo se reactivó.
Tras haber finalizado mi investigación etnográfica en el año 2019, orientada a los sectores medios en el conurbano bonaerense, mis interlocutoras/es comenzaron a escribirme y contarme cómo habían reorganizado sus rutinas, revelar lo incómodo que le resultaban sus muebles, compartirme cómo ahora «sostenían» sus casas o, simplemente, para hacer catarsis en lo que consideraban una crisis.
Tales diálogos marcaban otro conjunto de «malabares» que ahora asumían estas familias en pos de sostener un hábitat que, por momentos, parecía derrumbarse junto con sus expectativas.
La casa asumió un protagonismo inusitado. Así, interrogantes sobre si la casa propia, alquilada, prestada u ocupada también se pusieron de manera necesaria y apurada en agenda –más aún en el AMBA–. .
Tomó importancia la cuestión sobre la calidad de los materiales, el tipo de iluminación y ventilación, si los paneles de yeso son suficientes para separar los ambientes o sobre los tipos de aislantes térmicos. Los materiales constructivos de la casa y sus artefactos entraron en el orden del día.
A decir, también se puso de relieve la discusión sobre el acceso a la vivienda digna y, con esto, los mecanismos bajo los cuales garantizar tanto el acceso como su sostenimiento de manera que se traduzca en políticas públicas de más largo aliento.
En este marco, cobran importancia el anuncio del «Programa Federal Argentina Construye» del Ministerio de Desarrollo Territorial y Hábitat de la Nación y la sanción de la nueva Ley de Alquileres.
Aún es temprano para pensar los efectos de semejante experiencia en nuestras maneras de habitar las ciudades, acceder a la vivienda o significar e interpretar los sentidos sobre la casa, sin embargo, cabe preguntarse respecto a qué agendas continuarán vigentes en aquello que llaman «nueva normalidad» o «pospandemia» y, qué actores conformarán las mesas de diálogo con relación a estas preocupaciones.