Impactado y entre lágrimas, el gobernador de Beirut aseguró que las explosiones que se registraron en la capital del Líbano representan «un desastre nacional parecido a Hiroshima».
Durante una conferencia de prensa desde uno de los lugares más afectados, Marwan Abboud, dijo: «Se parece a lo que sucedió en Japón, en Hiroshima y Nagasaki. Eso es lo que me recuerda. En mi vida no he visto destrucción a esta escala».
Abboud describió al escenario posterior a la explosión así en referencia a la ciudad japonesa atacada por Estados Unidos con una bomba nuclear a finales de la Segunda Guerra Mundial.
La nueva explosión se da justa la misma semana que Japón conmemora esta semana el 75º aniversario de los ataques con bomba atómica que mataron a más de 200.000 personas y dejaron a cientos de miles traumatizadas e, incluso, estigmatizadas.
La primera bomba atómica fue lanzada en Hiroshima, en el oeste de Japón, el 6 de agosto de 1945 por un bombardero estadounidense llamado Enola Gay. La bomba, de entre 13 y 16 kilotones, fue apodada «Niño pequeño», pero su impacto no fue en absoluto menor. Se detonó a unos 600 metros de la tierra, con una fuerza equivalente a 15.000 toneladas de TNT, y mató a 140.000 personas.
Decenas de miles de personas murieron inmediatamente, mientras que otros muchos fallecieron a causa de las heridas o por enfermedades semanas, meses o años después.
Tres días más tarde, Estados Unidos lanzó otra bomba llamada «Fat Man» (Hombre gordo) en la ciudad de Nagasaki y mató a otras 74.000 personas. Son las únicas dos ocasiones en las que se han utilizado bombas atómicas durante una guerra.
Cuando la bomba cayó en Hiroshima, lo primero que vio la gente fue una «intensa bola de fuego», según el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). Se calcula que la temperatura en el epicentro de la explosión alcanzó los 7000ºC, que causó quemaduras fatales en un radio de unos tres kilómetros.
Los expertos del CICR afirman que se registraron casos de ceguera permanente o temporal a causa de la intensa luz que despidió la explosión, que también causó otros problemas de visión, como cataratas.
El torbellino de calor generado por la explosión prendió fuego a varios kilómetros cuadrados de la ciudad, en gran parte construida con madera. Una tormenta de fuego que consumió todo el oxígeno disponible causó muchas muertes por asfixia.
Se calcula que más de la mitad de las muertes ocurridas en Hiroshima se debieron a quemaduras o estuvieron vinculadas con el fuego.