Por Emilia Ottogalli
El comedor La Copa de Leche funciona en Granadero Baigorria. Lo gestiona y lo lleva adelante un grupo de mamás del Barrio Industrial de esta localidad: «Las del Indu». Valeria es una de estas mujeres que trabaja y que se pone al hombro tareas que debería estar haciendo el Estado, por eso Con La Gente se contactó con ella para lo relate en primera persona.
La Copa de Leche presta servicios hace 4 años. Un grupo de mujeres que jugaban juntas al fútbol decidieron empezar con esta movida. «Arrancamos dando la leche a Barrio Industrial, después invitamos a lo que es Camino Perdido, que hoy hay un asentamiento. Antes había 15 familias, ahora hay 70», contó Valeria sobre los inicios y cómo, de a poco, se fueron expandiendo.
Al principio, el comedor funcionaba en la casa de su mamá. «En la vereda o en el patio» le daban la merienda a unos 50 chicos, que a veces llegaban a ser 70. Con el paso del tiempo consiguieron un lugar propio y la cantidad de asistentes se acrecentó. «Hoy tenemos 170», resaltó. Y para remarcar aún más cómo crecieron agregó: «Arrancamos con la leche, hoy tenemos comida».
El incansable trabajo de Valeria y sus compañeras se refleja en cada logro del comedor, que más que comedor es un centro social. No sólo proveen alimentos, sino que se encargan de satisfacer muchas más necesidades. «Hace dos años que venimos compitiendo en ‘Ingenia’, el proyecto de la provincia de Santa Fe. El año anterior ganamos el proyecto de integración barrial, para sacar los chicos con adicción de la calle que es una murga. Arrancamos con 5 chicos y hoy hay 13. Este año presentamos seis y ganamos cuatro. Uno de esos es ‘Aprender jugando’ que es la escuela de fútbol, se compraron todos los materiales para la escuelita. Otro es el de costura donde se compraron las máquinas. Volvieron a ganar los chicos de la murga y se compraron remeras e instrumentos. Y también el de repostería y panificación«, enumeró Valeria con mucho orgullo.
Además de todos estos talleres, las mamás de Barrio Industrial tienen «un roperito comunitario. Cada 15 días, se llama a los padres y se le da ropa y calzado». Y no sólo eso, su compromiso llega también a la salud. «Estuvimos haciendo con Sanatorio Privado una charla de sexualidad con un ginecólogo, un obstetra, un psicólogo y un pediatra. Hubo una convocatoria espectacular», contó. «Conseguimos que 15 adolescentes fueran a hacerse ver con un ginecólogo, no sólo por el embarazo a temprana edad si no por las enfermedades que hay hoy en día«, agregó.
‘Las del Indu’ ayudan al que lo necesita y no hacen diferencias a la hora de prestar una mano. «Antes venían los niños solamente a comer, hoy no. Hoy vienen con sus mamás o sus abuelos. Lo que hacemos es darle bien de comer en el comedor y después lo que queda en la olla se le da para que se lleven la comida y el pan a la casa», manifestó.
Valeria tiene una vocación que es innegable. Para ella no hay mejor recompensa que un agradecimiento. «Me alcanza con que me digan: ‘gracias porque hoy no tenía nada para darles de comer y los chicos comieron’. Esas son las cosas que te llenan el alma«.
Sin embargo, es realista y asegura que nunca prometen cosas que no tienen o no van a poder cumplir. Y más allá del amor que ella siente por lo que hace, desearía no tener que hacerlo, que todas esas familias no tengan ese nivel de necesidad. «Ojalá, Dios quiera, los chicos puedan comer en sus casas con sus familias y esto sea un lugar de apoyo, que estén los talleres, algo cultural para ellos».
El funcionamiento del comedor
Con tantas actividades, el lugar tiene una organización muy pensada y por días. Lunes y miércoles se sirve la merienda entre las 16.30 y las 19. Los martes se da la comida entre las 15.30 y las 19. Y los jueves funcionan todos los talleres.
Las mamás que colaboran también están distribuidas en las tareas: una es la que cocina y tiene sus dos ayudantes, otra es la encargada del roperito, dos trabajan en la oficina y en el depósito y otras tres se encargan de la limpieza. «El día de la comida sí estamos todas juntas porque no nos alcanzan los brazos la verdad para atender a los chicos», resaltó Valeria.
Todo lo que logra el comedor es base de esfuerzo y voluntad, por eso, aquellos interesados en brindar ayuda o llevar cosas, pueden contactarse a su Facebook. Allí pueden también ver un poco del trabajo que se realiza y saber qué es lo que necesitan porque «el que se quiere acercar tiene las puertas abiertas».