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Consejos prácticos para evitar la lumbalgia en el trabajo


El dolor en la parte baja de la espalda conocido como lumbalgia puede ser consecuencia del propio esfuerzo físico al trabajar o de otros factores laborales, como el estrés o las malas posturas

 

La lumbalgia en el trabajo es uno de los problemas de salud más frecuentes relacionados con el ámbito laboral. Esta condición hace referencia al dolor en la parte baja de la espalda, cuya intensidad puede llegar a ser difícil de sobrellevar.

En ocasiones, aparece por el propio esfuerzo que requieren ciertos trabajos, como por ejemplo ser albañil o pintor. No obstante, también es típico en empleos donde no se realiza ningún esfuerzo físico, pero se pasan muchas horas en una silla o en una mala postura.

Según la Agencia Europea, los estudios muestran que entre el 60 % y el 90 % de las personas padecerán este problema en algún momento de su vida.

Ahora bien, contrario a lo que muchos piensan, esta condición no solo ocurre en personas con empleos donde se requiere más esfuerzo físico. También es frecuente en aquellos que tienen trabajos sedentarios o que obligan a permanecer en una misma postura por largo tiempo.

Muchas veces, esto se debe a que no se le presta atención al lugar de trabajo. Es decir, se ignora que la silla no es apropiada o que la mesa no está a una altura correcta. Ocurre lo mismo si no hay suficientes descansos o si hay una mala postura por varias horas.

El estrés laboral, las horas extra y otros factores también tienen que ver con este síntoma. De hecho, estos factores se asocian con otros dolores frecuentes, como el que se localiza en la zona cervical. En total, un 50 % de las consultas por dolor lumbar están asociadas al trabajo.

Padecer lumbalgia en el trabajo puede ser muy limitante; por eso, para evitar este problema, puedes hacer algunos ajustes en tu rutina. Según información publicada en Harvard Health Publishing, el ejercicio, algunos medicamentos y varios cambios en los hábitos pueden ofrecer mayor alivio. Sumado a esto, se pueden aplicar otras recomendaciones.

  1. Cuidar la postura

En primer lugar, si quieres evitar esta dolencia, es esencial tener cuidado con la postura en la que trabajas. En caso de tener un trabajo sedentario, en el cual debas permanecer sentado por muchas horas, trata de elegir una silla adecuada, que se ajuste bien a la espalda.

Los pies deben llegar al suelo y, además, se debe evitar cruzar las piernas durante mucho rato. Entre tanto, si trabajas de pie, lo ideal es equilibrar el peso en ambos pies y mantenerse erguido.

 

  1. Tomar descansos

Ligado al consejo anterior, debes evitar mantener una misma postura por mucho tiempo. Para ello, una buena opción es cambiar de posición con cierta regularidad y tomar descansos. Trata de dedicar unos minutos a estirar los músculos para relajar la tensión acumulada. Así también podrás mitigar el estrés.

 

  1. Reducir las cargas excesivas

Es difícil prevenir una lumbalgia en el trabajo cuando la labor demanda mucho esfuerzo físico. En caso de tener tareas que obligan a cargar mucho peso, intenta vigilar la manera en que lo haces. Si fuerzas demasiado la espalda, la lesión puede llegar a ser crónica. Por eso, lo más conveniente es pedir ayuda.

Otra forma de evitar el dolor es ir intercalando tareas. Por ejemplo, dedicarse durante un tiempo a lo que requiera esfuerzo físico; y otro tiempo, a modo de descanso, a tareas que deban hacerse sentado.

 

  1. Descansar

No solo se trata de tomar pausas a lo largo de la jornada laboral. También debes prestarle atención a las horas que le dedicas al sueño y a las posturas en las que duermes. Tener una mala calidad de sueño está relacionado con un aumento del dolor. Incluso, puede conllevar a una forma crónica de lumbalgia.

 

  1. Cuidar el peso corporal y hacer ejercicio

Tanto el sobrepeso como la obesidad son factores de riesgo de lumbalgia. Su falta de control puede conducir a estados de incapacidad. Esto se debe a que las estructuras de la columna vertebral están sometidas a una mayor presión cuando existe demasiado peso.

Por ello, es fundamental prestar atención al peso y adoptar hábitos que permitan mantenerlo estable y sano. En general, la adopción de una dieta saludable y la práctica de ejercicio físico puede ayudar. No obstante, lo mejor es que consultes al médico para obtener un plan individualizado.