Info General

Científicos argentinos desarrollan un tratamiento para contrarrestar los daños del Zika


Un grupo de investigadores del Conciet publicó un paper en el que muestra avances en un posible tratamiento para contrarrestar los daños del virus en el feto de mujeres embarazadas contagiadas

Un grupo de expertos del Instituto de Química Biológica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (Iquibicen, Conicet-UBA) publicó un paper en la revista Nature Neuroscience, con un posible tratamiento para contrarrestar las consecuencias del virus del Zika en el desarrollo del feto de mujeres embarazadas contagiadas.

«Si bien al Zika se lo conoce desde los 50, cuando fue descubierto en un bosque de África, aun no existe un tratamiento ni cura. Nunca había habido un brote como el registrado en América en 2015, del que se sospecha que fue provocado por las aglomeraciones de gente y los viajes suscitados a raíz del Mundial de fútbol”, explica la científica Cybele García, quien lidera el grupo de investigación focalizado en el área de inmunovirología.

Ante el brote de Zika, los científicos analizaron en el laboratorio los perfiles genéticos de las células de personas infectadas y les llamó la atención encontrar que una molécula se había disparado: el receptor de hidrocarburos de arilo (AHR). Los científicos comprobaron, en primer lugar, que esa molécula exacerbada favorece la replicación del virus del Zika en el laboratorio. “Los virus son parásitos y para multiplicarse requieren infectar una célula de la cual toman todo lo necesario para completar su replicación: energía, enzimas y muchas otras moléculas. En nuestro trabajo logramos identificar que la molécula presente en las células hospedadoras llamada receptor de hidrocarburos de arilo o AHR, es explotada por Zika para favorecer su replicación”, explica Federico Giovannoni, becario posdoctoral del CONICET en el IQUIBICEN y primer autor de este paper, del que también participaron investigadores de la Universidad de San Pablo (Brasil).

García agrega: “El receptor AHR es una proteína que se activa, por ejemplo, cuando entra en contacto con productos contaminantes, aunque también se sabe que se puede activar ante ciertos productos de la dieta. Al encontrarse el AHR más activo, eso baja las defensas de las personas ante el virus del Zika. Entonces, el virus puede actuar con mucha más virulencia. No estamos en condiciones de asegurarlo, pero nuestra hipótesis es que la contaminación ambiental fue la causa por la que en 2015 se dio este brote tan focalizado particularmente en algunas ciudades de Brasil, como Recife, de la que se supo que el agua estaba contaminada. Y eso derivó en que los casos de bebés nacidos con microcefalia aumentaran hasta veinte veces”.

Una vez detectada la presencia exacerbada de AHR en células humanas, el paso siguiente para los científicos fue buscar una posible terapia farmacológica para inhibir esta molécula, y evitar así la replicación del virus del Zika. Lo probaron en un modelo de ratones. A algunos ratones le suministraron dos tipos de drogas -una comercial que se utiliza en investigaciones básicas que buscan inhibir el AHR, y otra que está en vías de utilizarse como medicamento contra el cáncer-, y a otros no se las suministraron. “El resultado fue contundente: el tamaño de los cerebros de los ratones a los que se les inhibió el AHR, comparados con el tamaño de los que no recibieron el tratamiento, fue llamativo. En los ratones sometidos al tratamiento no se vieron rastros de microcefalia. Es decir que se mejoraron los efectos adversos provocados por el virus del Zika sobre el feto”, asegura la investigadora.

En 2015, el grupo de García ya había identificado una proteína del sistema inmune llamada PML (sigla en inglés para la proteína de la leucemia promielocítica), que descubrieron capaz de actuar como una barrera cuando el virus del dengue ingresa en el cuerpo humano. Ese hallazgo había sido publicado en un artículo en la revista PlosOne cuyo primer autor también fue Giovannoni, en el que describieron por primera vez cómo la proteína PML actúa para que las células “se defiendan” de manera inmediata contra el virus, y señalaron la vía para estimularla.

Cuando comenzaron la investigación sobre Zika, en 2016, García estaba embarazada y vivió de cerca el miedo al contagio sabiendo que el desarrollo del bebé podía verse afectado. “En ese entonces, siendo yo una persona muy activa, decidí cancelar todos los viajes debido a esta preocupación –recuerda-. No puedo imaginar la pesadilla que vivieron estas mujeres expuestas a esta enfermedad tan devastadora”.

El objetivo, de ahora en adelante, es lograr que este blanco de acción propuesto no solo sea para Zika, sino también para otras infecciones, como el dengue. “Aunque son resultados muy preliminares, ya hicimos algunos ensayos in vitro con dengue para inhibir AHR y vimos que también podría funcionar”, se esperanza García. “Sería fantástico que funcionara para las dos enfermedades por igual, porque sabemos que en algunas áreas los mosquitos transmiten los dos virus en simultáneo”, agrega. Giovannoni, por su parte, adelanta: “En el corto plazo, y dada la situación mundial debido a la pandemia causada por SARS-CoV-2, estamos trabajando en expandir nuestra investigación y evaluar a AHR como blanco de una terapia antiviral contra distintos coronavirus. En un plazo mayor, nuestro objetivo seguirá siendo la capacitación constante, el aprendizaje y la colaboración con otros especialistas en el afán de contribuir a las problemáticas de la salud pública”.