Argentina hizo lo que se temía: ceder ante un planteo amarrete de Islandia y quedarse sin plan alternativo. La selección europea le empató las cosas en el primer tiempo y descolocó totalmente al equipo de Sampaoli, que ni siquiera tuvo encendido a Messi, que encima falló un penal.
Con la igualdad, la selección nórdica eligió aferrarse a ese punto y formar un bloque defensivo, que por momentos era de 6 defensores, y sostener todos los (débiles) embates argentinos, que sólo contaron con alguna patriada individual de Leo Messi y nada más.
Sampaoli reconoció que el doble cinco ya no funcionaba más y en el arranque del complemento lo modificó, haciendo ingresar a Banega que tampoco gravitó. El que más intentó fue Cristian Pavón, a pesar de haber ingresado unos pocos minutos. Fue incisivo en las dos o tres jugadas que lo tuvieron como protagonista y generó una chance que terminó en polémica y podía haber terminado en penal para Argentina.
Con poco para destacar y muchas cosas por corregir, se murió el debut de Argentina en el Mundial ante una débil Islandia que se hizo fuerte acurrucándose cerca de su arquero y haciendo fuerte una defensa que casi no tuvo filtraciones, más allá de la tonta jugada del penal a Meza que luego terminaría despilfarrando Messi.
El rosarino, en el ojo de la tormenta por el penal marrado pero destacado como el que contó con las únicas chances claras que tuvo Argentina, volvió a ceder ante su karma del Mundial. Pateó el penal flojo, inseguro y luego no logró resolver en el pie a pie como lo hace habitualmente. Aunque eso es en parte virtud del rival, que lo tuvo encimado con al menos dos jugadores cada vez que el astro de Barcelona tomaba la pelota.
El planteo cerrojo volvió a complicarle la vida a Argentina. Trazando un paralelo con aquel partido ante Irán del Mundial pasado, esta vez no apareció Messi para salvar a Sampaoli y el DT no tuvo un plan B que logre romper la barrera islandesa. Por lo pronto, un empate que preocupa y mucho.