Opinión

Más Estado para ampliar derechos: una marca argentina, una mirada desde Cascos Blancos


Por Marina Cardelli, presidenta de Cascos Blancos, organismo del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto encargado de diseñar y ejecutar la asistencia humanitaria internacional.

Los organismos de ayuda humanitaria siempre lidiamos con la emergencia y sabemos que no es cierto que ante una amenaza, por más grande que sea, las muertes sean inevitables. Argentina podría haber vivido un desastre humanitario similar al de otros países si hubiera tomado otras decisiones. Lo saben las voluntarias y voluntarios que han auxiliado en desastres en muchos rincones del mundo: la mayoría de las muertes son evitables porque lo que deja a los pueblos expuestos a la muerte, al contagio de un virus peligroso, o a la pérdida de todo lo que tienen es la falta de derechos, la pobreza y las desigualdades.

Argentina es reconocida mundialmente por la forma de responder a una de las mayores crisis sanitarias de nuestro tiempo. Hacerlo a tres meses de cambiar de gobierno fue algo parecido a una epopeya para los organismos del Estado, para los actores sociales y políticos y para la sociedad en su conjunto. El Estado estaba lastimado y sin embargo respondimos. Nos ahogaba la deuda y sin embargo priorizamos los ingresos mínimos y el alimento de las mayorías. Se puso la vida en el centro. No son hazañas legendarias ni acciones heroicas aisladas: es nuestra apuesta indeclinable y unitaria por un Estado que garantice derechos, que empiece por los últimos para llegar a todos. El Presidente lo dijo con todas las letras, la pandemia dejó en evidencia los problemas estructurales de la Argentina y la tarea desde cada ámbito de gestión es hacerles frente.

Esta gestión de Cascos Blancos asume ese compromiso desde el primer día y quiere llevar esa voluntad de justicia social a cada rincón del mundo como parte de nuestra política exterior. Nuestro país ha brindado ayuda humanitaria a los países que menos tienen por más de 25 años. Esta emergencia impuso el desafío de brindar esa ayuda en territorio nacional. Si en otras oportunidades nuestras voluntarias y voluntarios estuvieron dispuestos a arriesgar su vida en Haití o El Líbano, esta vez lo están haciendo en la Villa 31, en Villa Azul o en la Provincia de Misiones con una entrega y un profesionalismo conmovedores. En los primeros meses contribuimos con la estrategia de repatriación que guió la voluntad inquebrantable del Canciller Felipe Solá: recibimos compatriotas expuestos al virus en los aeropuertos internacionales y realizamos una misión de 23 días en Guayaquil que trajo varados en Aviones de la Fuerza Aérea. Cuando la circulación comunitaria se intensificó en los barrios populares del AMBA, Cascos Blancos se sumó a los esfuerzos nacionales, municipales y provinciales de contener el virus y multiplicar los cuidados.

Esta pandemia es la oportunidad de volver a demostrar el rol irreemplazable de los estados para defender y garantizar derechos, de los diálogos amplios y diversos para construir políticas de Estado y del protagonismo de la comunidad organizada para llegar a todos. Cascos Blancos hará de ese compromiso con la justicia social el eje de su acción humanitaria internacional.