Advierten que el número puede ser aún mayor si hay un rebrote en la ciudad. Hasta el momento ya cerraron "como mínimo" 300 bares y restaurantes. "Estamos en quiebra virtual", advierten de la Asociación Hotelero Gastronómica
Por Santiago Ceron
El sector gastronómico rosarino está atravesando una de las crisis más profundas de su historia. Luego de transitar los últimos años en una situación apremiante, las cosas parecían tomar otro rumbo en este 2020, pero todo dio un vuelco con la llegada de la pandemia. Tras pasar 80 días cerrados y facturando un 10% de lo normal con el delivery, bares y restaurantes llevan un mes con sus puertas abiertas, pero cientos de ellos no pudieron sostenerse y el panorama venidero es más que alarmante.
El mundo de la gastronomía es un sector que no estuvo exento de la preocupante situación económica que atravesó Argentina en los últimos años y que aún hoy sigue vigente. Luego de caídas sostenidas año tras año, la actividad parecía tomar un rumbo más favorable a partir del cambio de gobierno. Hasta que la llegada del coronavirus rompió cualquier tipo de estimación.
El 20 de marzo el presidente Alberto Fernández decretó el inicio de la cuarentena y los bares tuvieron que cerrar sus puertas y trabajar exclusivamente a través del delivery. El impacto en la rentabilidad del sector fue inmediato: los locales gastronómicos que decidieron trabajar con esa modalidad vieron sus ventas reducidas en un 90% y otros directamente prefirieron no abrir.
Esta misma situación, con la adición del «take away», se extendió durante 80 días, hasta que el 8 de junio se habilitó su apertura, con un horario reducido y con la condición de que cada local trabaje al 50% de su capacidad. Sin embargo, los más de dos meses de puertas cerradas significaron el último clavo en el cajón para cientos de bares rosarinos, que llegado el momento no pudieron reabrir.
Es que, tras la cuarentena, en Rosario ya cerraron o anunciaron su cierre alrededor de 300 bares y restaurantes, según informó a CLG David Feiguin, presidente de la comisión gastronómica de la Asociación Hotelero Gastronómica de Rosario (Ahegar): «Antes de la pandemia teníamos entre 1.500 y 1.600 locales gastronómicos en la ciudad. Como mínimo, el 20% ya cerró o va a cerrar», aseguró.
Como si fuera poco, los dueños de los comercios gastronómicos vaticinan una situación aún peor en los próximos meses y, de cumplirse las predicciones, el sector se encontrará frente a una crisis pocas veces vista: «Hoy estamos apuntando mínimamente a que el 50% de la gastronomía va a cerrar», aseveró Feiguin, y advirtió que si Rosario retrocede hacia una nueva cuarentena por un rebrote de casos «tal vez haya que hablar de un cierre por encima de los dos tercios» de todos los bares.
Según el referente local, hoy «la gastronomía entera está en quiebra virtual» ya que «todos los locales están tapados de pasivos y sin ventas» y aseguró que «la ayuda que ha recibido el sector fue escasa». En estas últimas semanas se registraron cierres de locales de renombre como el bar Queens de Oroño, La Maltería Rock de Santa Fe y Roca o el histórico Bar Blanco de Pellegrini. Además, advierten que hay locales que van a cerrar pero que aún no lo han anunciado.
Pese a que fue un pedido ferviente de los empresarios gastronómicos, la habilitación no trajo un notable repunte en las ventas. Actualmente, los bares y restaurantes están vendiendo entre un 20 y un 30% de lo que lo hacían antes de la llegada del coronavirus, lo que muestra a las claras que aún están muy lejos de recuperar su ritmo habitual.
Esta situación motiva a varios dueños a retrasar la apertura de su local, ya que estiman que van a trabajar a pérdida, como es el caso de la parrilla de Av. Pellegrini El Establo. A su vez, según explicó Feiguin, existen numerosos establecimientos que se encuentran abiertos, pero que están en venta: «Se venden en un 10% del valor que tenían antes de la pandemia. Algunos de estos están cerrados y otros están abiertos fundidos, esperando la venta del comercio, el cierre definitivo o un mágico aumento de la demanda».
«Lo único que tenemos en la gastronomía es un default técnico, una cantidad enorme de deudas que difícilmente podamos pagar, menos con la demanda que estamos teniendo que es muy baja»
Los programas de ayuda económica por parte del Estado alcanzaron a los gastronómicos, pero aseguran que no es suficiente: «El ATP llegó, pero cubre sólo una parte de los salarios, nosotros estuvimos tres meses con ingreso cero. La propiedad postergó la renta, pero no dejó de percibirla, en los alquileres sólo se adquirió más pasivo. Hay gente que le ha podido pagar a los empleados, pero otros no, y adquirieron otro pasivo. Hay gente que tenía deudas con sus proveedores, que se manejan con un pago diferido, y cuentan con una venta futura que no tuvieron».
En este contexto son los establecimientos de mayor porte los más afectados por la pandemia, ya que son los que tienen una mayor estructura por sostener: «Cuanta más personal, alquiler y servicios tenés, más afectado te ves».
Que se esté previendo un cierre de la mitad de los locales gastronómicos de la ciudad es preocupante y muchos pueden preguntarse por qué aún no cerraron. La respuesta se encuentra en una suerte de «acuerdo solidario» entre las partes que componen al sector: proveedores, propietarios, locales y empleados. «Todos nos estamos haciendo el aguante para sobrevivir y mantener las fuentes de trabajo. El Estado ha puesto muy poco dentro de esta ecuación y ha dado muy pocas herramientas. Nos han llenado de anuncios, pero de realidades muy pocas», aseveró Feiguin.
Es por eso que el sector hotelero-gastronómico solicitó hace pocos días que se declare la Ley de Emergencia a nivel nacional para que se decreten medidas específicas que incluyan reducción de tarifas e impuestos. La realidad es que aún no se ha visto el efecto total de la pandemia en la economía argentina y hoy se está ante uno de los panoramas más oscuros de las últimas décadas.