Hoy se cumplen tres décadas de aquella épica semifinal ante Italia en la que el arquero argentino fue el gran responsable de que Argentina llegue a la final
Este viernes se cumplen tres décadas de un partido histórico de la selección argentina, que quedará en el recuerdo de varias generaciones. Se trata de aquella épica semifinal del Mundial de 1990 ante el seleccionado de Italia, en el que Sergio Goycochea se convirtió en héroe y marcó lo que hoy se conoce como el «día del arquero».
Ante la dura lesión de Nery Pumpido, campeón del mundo cuatro años antes, en la segunda fecha del grupo B ante la URSS, ingresó en su lugar Sergio Javier Goycochea y comenzó a escribir su historia más trascendente como arquero del seleccionado nacional, que lo terminó de consagrar hace exactamente 30 años, cuando el 3 de julio del 90, en la semifinal ante Italia atajaba en la definición por penales, tras tensos 120 minutos de juego.
Los disparos de Roberto Donadoni y Aldo Serena, para -con la conversión del tiro del gran Diego Armando Maradona en el medio de esas dos monstruosas atajadas- silenciar así al mítico San Paolo de Napoli, repleto de italianos y dejar afuera de la gran final al dueño de casa, en una de las definiciones más recordadas y emotivas del seleccionado argentino en la historia de los mundiales.
Ese 3 de julio -como ya lo había sido tres días antes la definición, también por penales y que tuvo al Goyco otra vez como héroe, ante Yugoslavia, por los cuartos de final- fue un antes y un después para la carrera deportiva y la vida del arquero.
Hace exactamente tres décadas, la selección argentina, con un tendal de lesionados, dudas sobre su juego y con Maradona en una pierna, ponía de rodillas al país organizador, que había ganado todos sus partidos y no le habían convertido goles. Parecía casi imposible que Argentina le ganara, más aún con el gol de Schillaci en el primer tiempo, que puso al anfitrión arriba.
Sin embargo, empató Claudio Caniggia en el segundo tiempo para sorpresa de muchos, y le dio vida a la Albiceleste.
Y otra vez los penales. Y, otra vez, Goyco fue heroico.