Por Carlos Duclos
Mientras gran parte del país está enfrascado en el debate por la despenalización del aborto que proseguirá ahora en el Senado de la Nación, y otra parte se apresta a seguir las alternativas del mundial de fútbol, el dólar ha pegado otro salto y casi trepa a los 28 pesos y el Poder Ejecutivo y los legisladores están preparados para volver a tratar la Reforma Laboral, que habrá de implicar, en los hechos, más flexibilidad a favor de los empresarios en cuanto a la prescindencia de mano de obra.
Y en tanto esta es la triste realidad argentina, el ministro de Economía Dujovne y el titular del Banco Central Sturzenegger le han enviado una carta a la directora del FMI, Christine Lagarde, (que Con la Gente Noticias publica completamente), en la que le indican, entre otras cosas, que seguirá el ajuste en cuanto a políticas tarifarias y se procederá al recorte del gasto público (¿a quiénes recortarán?).
Por otra parte, la inflación no cesa en su fatal crecimiento, y mientras en Estados Unidos de Norteamérica el 2,5 por ciento de inflación anual provoca enojos, en Argentina ese es el porcentaje mensual y a pocos parece importarle semejante desfasaje que en un país serio y ordenado provocaría la caída del funcionario más encumbrado del área económica.
Sin embargo, aquí la prioridad la tiene hoy la despenalización del aborto y el fútbol, no se reacciona, no se presta atención a que la reforma laboral, por ejemplo, significará, entre otras cosas, que a cualquier trabajador lo podrán despedir y recibirá como monto indemnizatorio una suma de dinero en la que para su cálculo no estarán contemplados los mejores sueldos y no se incluirán ítems como el sueldo anual complementario, los premios y/o bonificaciones, y toda compensación y/o reconocimiento de gastos que el empleador efectúe hacia el trabajador.
Agua, gas, electricidad, alquileres, alimentos, se pagan en el país a precios que no guardan ninguna relación justa con los salarios que perciben las clases trabajadoras y jubilados y el Estado Argentino, para diferenciarlo del gobierno de turno, se ha convertido desde hace muchísimo tiempo en una máquina de recaudar que cobra por servicios que no presta o presta mal y por un orden que no es tal, desde luego.