Cada vez son más las personas que incurren en conductas que llevan a una exigencia extrema que las termina enfermando
Pretender controlar y cargar con la responsabilidad de todo, cumpliendo estándares imposibles, puede ser bastante perjudicial para la salud. Intentar llegar a la perfección tiene que ver con la hiperexigencia.
Según analiza Bernardo Peña, licenciado en Psicología y máster en Psicología Clínica, Jurídica y Forense, las personas hiperexigentes que, sumando una pobre capacidad para ser flexibles, establecer objetivos o manejar ciertas emociones y conductas, dan como resultado este complejo cuadro patológico. A la larga, aparecen síntomas que son de enfermedad.
El aumento de la competitividad, la presión por hacer cada vez más y mejor trabajo, no hacen más que redundar en estos síntomas. Este ambiente académico y laboral tan orientado al éxito en todos los aspectos empeora la situación para estas personas, que se sienten impelidas a cumplir con un ideal inalcanzable para la mayoría.
Principales síntomas de la hiperexigencia
En un artículo publicado en la página “Mejor con salud”, Peña considera que las personas con hiperexigencia suelen desarrollar síntomas típicos que se pueden reconocer. Entre ellos, es habitual el estrés y la ansiedad que se derivan por querer controlar lo incontrolable.
Su pronóstico tiende a ser pesimista y les cuesta confiar en los demás. Por eso son incapaces de delegar tareas, sobrecargándose con actividades que no podrán cumplir en un nivel adecuado al final de la jornada.
La hiperexigencia redunda en pensamientos obsesivos. Esta obsesión consume gran parte del tiempo que se le quita a las actividades tomadas de manera extra. Entonces aparece la frustración por no alcanzar determinadas metas que, en un principio, ya eran de difícil cumplimiento.
Por otro lado, la hiperexigencia no permite desconectar del trabajo y de los estudios. La vida y la autoestima se centran en los logros, que si no se alcanzan, acaban en enfado, irritación y pobre gestión de la crisis. En el exceso de trabajo y estudio aparece la falta de descanso, que acarreará insomnio y problemas físicos del mal dormir, a veces hasta en el plano cardiovascular. Esto es muy riesgoso si se sostiene por meses o años.
Causas de la hiperexigencia
No hay una causa específica para la hiperexigencia. Por lo tanto, es necesario buscar el origen en la relación bio-psico-social del individuo y en la conjunción de algunos aspectos cruciales:
– Estilo de personalidad obsesivo-compulsivo: no debemos confundir esto con el TOC. Este patrón de personalidad se caracteriza por la rigidez, la tendencia al perfeccionismo, estricta observación de las reglas, el orden y el control. Es un trastorno que afecta más a hombres jóvenes y de mediana edad.
– Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC): en este caso, la persona presenta obsesiones egodistónicas incontrolables que versan sobre simetría, orden, limpieza y control, además de compulsiones, que pueden ser cognitivas o comportamentales.
– Perfeccionismo: tiene más que ver con la educación recibida y con el aprendizaje del individuo. En este caso, los perfeccionistas tienden a imponerse elevados estándares de calidad y objetivos inalcanzables.
– Problemas económicos o cargas familiares: las preocupaciones de cara a la pérdida del trabajo o la perspectiva de poder sacar adelante la familia pueden hacer que la persona se vuelva demasiado exigente con su ámbito laboral.
– Presiones en el entorno social: una alta competitividad, la perspectiva de quedar en paro o un mal clima organizacional, pueden hacer que te sacrifiques en demasía por el trabajo. A veces, el empeño en lo laboral para no ser despedido o reemplazado es el canal hacia la hiperexigencia en tu vida.
Consecuencias de la hiperexigencia
La hiperexigencia afecta al bienestar físico y mental. Altera el estado de ánimo, pues es imposible mantener tal grado de presión sin que cambien las emociones. También hay problemas de concentración y memoria debido al estrés constante y la falta de sueño. A esto se suelen asociar problemas de alimentación con tendencia a comer menos o más de la cuenta, como estrategia para manejar la ansiedad.
El insomnio y la dificultad para descansar deriva en conductas adictivas, con uso y abuso de alcohol, tabaco y otras drogas. Sin mencionar los riesgos físicos de enfermedades orgánicas, las dificultades sexuales y el aumento de la conflictividad interpersonal.
Posibles tratamientos
Como siempre, se recomienda un tratamiento eficaz, eficiente y basado en la evidencia. Por ello, el tratamiento cognitivo-conductual es una de las opciones terapéuticas más empleada para abordar los patrones de pensamiento disfuncionales o negativos y el manejo de las emociones.
También se recomienda consultar a un psicólogo si una persona cree que está siendo hiperexigente en su vida.
Fuente: Mejor con salud