Una empresa contratista que trabaja para el Centro de Guerra Submarina estadounidense sufrió ataques informáticos en los que se robaron más de 614 gigabytes de material relacionado con un proyecto conocido como Sea Dragon. Funcionarios de ese país lo atribuyeron a hackers de origen chino, según informó el Washington Post.
De acuerdo al diario estadounidense, fuentes gubernamentales que no quisieron ser identificadas confirmaron que se robaron «cantidades masivas de datos altamente sensibles relacionados con la guerra submarina, incluidos los planes secretos para desarrollar un misil antibuque supersónico». Entre la información robada habría datos de sensores, información de sistemas criptográficos y una biblioteca de guerra electrónica.
El Washington Post acordó retener ciertos detalles sobre el proyecto de misiles comprometido, a petición de la Marina, que argumentó que su publicación podría dañar la seguridad nacional. Los funcionarios citados por el diario señalaron que mucho de ese material podría «considerarse clasificado», un hecho que aumenta las preocupaciones sobre la capacidad de la Armada para supervisar a los contratistas encargados de desarrollar armas de vanguardia.
Además de la investigación que se está realizando desde la propia Marina de los Estados Unidos, el FBI hará lo propio por aclarar las causas de la brecha de seguridad. Bill Speaks, portavoz de la Marina, dijo que «sería inapropiado dar más detalles en este momento».
Al respecto, el ex senador y miembro de la Comisión de Revisión Económica y de Seguridad de los Estados Unidos y China, James Talent, consideró que el ataque «es parte» de lo que el país asiático está haciendo para «obtener tecnología avanzada de armas a través de todo tipo de medios». «Eso incluye robar secretos de nuestros contratistas de defensa», agregó.
El Washington Post consignó que el proyecto Sea Dragon es una iniciativa de una oficina especial del Pentágono, que se inició en 2012 para adaptar las actuales tecnologías militares de Estados Unidos a nuevas aplicaciones para lograr una «capacidad ofensiva disruptiva». En febrero, el director de Inteligencia Nacional, Daniel Coats, declaró que la mayoría de las operaciones cibernéticas detectadas en China contra la industria estadounidense se centraban en contratistas de defensa o firmas de tecnología que respaldan las redes del gobierno.
James Stavridis, decano de la Facultad de Derecho y Diplomacia Fletcher en la Universidad Tufts y almirante retirado, analizó que «cualquier cosa que degrade la ventaja comparativa en la guerra submarina es de extrema importancia si alguna vez se tuvieran que ejecutar los planes de guerra para tratar con China».