El presidente norteamericano indicó que los hechos de violencia registrados en los últimos días “no son protestas pacíficas": "Esto es terrorismo nacional”
El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, anunció hoy que desplegará a las Fuerzas Armadas en todo el territorio norteamericano para contener los disturbios y los saqueos tras el crimen de George Floyd a manos de la policía de Minneapolis.
«Estoy movilizando todos los recursos federales disponibles, civiles y militares, para parar los disturbios y saqueos, para parar la destrucción e incendios provocados. Y para proteger los derechos de los estadounidenses que respetan la ley», señaló el mandatario desde la Casa Blanca.
Trump también avisó que recomendó a los gobernadores de los estados «desplegar a la Guardia Nacional para tomar las calles» y así contener los hechos de violencia.
El presidente denunció además que el país «está siendo atacado por anarquistas profesionales. Estas no son protestas pacíficas, esto es terrorismo nacional».
Trump indicó que a partir de esta tarde habrá toque de queda, en todo el país y advirtió que «quien viole la ley será detenido y se enfrentará a cargos criminales».
Mientras el jefe de Estado daba su discurso, en las inmediaciones de la Casa Blanca se produjo un nuevo enfrentamiento entre los manifestantes y la policía y la Guardia Nacional.
Los cuerpos de seguridad dispersaron a la gente con gases lacrimógenos.
Horas antes de su pronunciamiento, Trump criticó a los gobernadores estatales por lo que consideró una respuesta insuficiente a los disturbios.
En una conferencia telefónica, cuyo audio se filtró rápidamente y fue difundido por distintos medios locales, Trump dijo a los mandatarios regionales que los manifestantes eran «terroristas» y debían «dominarlos».
De no tomar un enfoque «duro» que implique «enviarlos a prisión por largos períodos de tiempo», se verían como «idiotas» ante los ojos del público, aseguró.
En concreto, se enfocó en Minnesota, ciudad donde Floyd murió a manos del policía Derek Chauvin luego de que este se arrodillara en su cuello por más de ocho minutos, asegurando que la ciudad se había convertido en un «hazmerreír a lo largo del mundo».
Otra noche de furia
Cientos de miles de personas volvieron a tomar las calles el domingo a la noche en todo Estados Unidos, con manifestaciones contra la muerte de personas negras a manos de la policía y se registraron graves disturbios en ciudades como Filadelfia, Los Ángeles y hasta cerca de la Casa Blanca en Washington.
Autoridades locales y estatales desplegaron a miles de soldados de la Guardia Nacional (algo así como la Gendarmería argentina), impusieron estrictos toques de queda y cerraron el transporte público para frenar los movimientos de la gente, aunque esas medidas hicieron poco por impedir que muchas ciudades volvieran a sumirse en el caos.
Los manifestantes en Filadelfia lanzaron piedras y bombas incendiarias a la policía, según versiones oficiales, mientras que se registraron saqueos en más de 20 ciudades, especialmente del estado de California.
El conductor de un camión, aparentemente de forma deliberada, arremetió contra manifestantes en Minneapolis, casi una semana después del crimen de George Floyd a manos de la policía, aunque no se registraron heridos graves.
También se vivieron momentos de máxima tensión en inmediaciones de la Casa Blanca tras tres días de protestas.
La policía empleó gases lacrimógenos y granadas aturdidoras contra una multitud de más de mil personas, que coreaban lemas al otro lado de la calle, en el Parque Lafayette, en Washington.
La multitud salió corriendo y apiló señales de tráfico y vallas e plástico para prender una gran hoguera en una calle cercana.
Algunos quitaron una bandera estadounidense de un edificio y la lanzaron a las llamas.
Un edificio del parque que aloja una oficina de mantenimientos y baños públicos fue incendiado, y hubo allanamientos en bancos y joyerías.
Toda la Guardia Nacional de Washington fue desplegada para ayudar a controlar las protestas.
A raíz de la tensión y la protesta, el presidente Donald Trump pasó la noche en un búnker, aunque no cesó en su intento de tirar más nafta al fuego: retuiteó al comentarista conservador Buck Sexton, quien pidió «fuerza abrumadora».