CLG habló con distintos actores de la comunidad educativa sobre la recepción de las clases on line. Una medida tomada ante el cierre de los establecimientos educativos por la cuarentena
La cuarentena estricta comenzó el 20 de marzo, pero la comunidad educativa frenó su actividad cuatro días antes. A partir de allí los esfuerzos de los docentes y los alumnos se ven día a día con el claro objetivo de completar, o acercarse, al plan de estudio estipulado por las autoridades ministeriales de Educación.
Ante esto, las clases virtuales se volvieron cotidianas y los chicos aprenden con material enviado por sus maestros o profesores. Una nueva modalidad que apareció para afrontar el cierre de los establecimientos educativos por la pandemia.
CLG habló con padres, madres y menores que pasan por este proceso inusual que mantiene en contacto a los educadores con los estudiantes.
La mayoría rescató que «si bien no son como las presenciales» están correcto su formato. Aunque un padre rescató: «Sirven y no, los padres ayudamos mucho«.
Otra de las madres destacó que las clases «mantienen al día a los chicos«, sin embargo volvió a la idea anterior de que «no es lo mismo, pero resultan». Además agregó que una de sus hijas, en edad de secundaria, recibe tarea «a full», no así el más pequeño que cursa 7° grado.
«Para mí está bien, los mantiene entretenidos a los chicos», resolvió otro encuestado por CLG, mientras que en la vereda contraria, un alumno de edad avanzada fue claro en su rechazo a este tipo de clases y deslizó, entre otras cosas, que «no se generan lazos entre el alumno y el profesor».
En esta línea otra agregó que su hija «lo poco que estudia lo busca en internet«.
En otro orden, un vecino del centro se preguntó por las condiciones de los alumnos para ser receptores de las clases y opinó: «Deberían haber perdido el año y arrancar de cero el año que viene«.
En este sentido, una alumna se tomó como ejemplo y al no tener computadora personal se complica con el seguimiento de las clases ya que hay actividades que no puede realizar.
Por último, otra estudiante universitaria reclamó: «Me costó tanto seguir las clases, que este año que terminé dejando«.