Opinión

Los wichís y el coronavirus


A las muertes por desnutrición, deshidratación, ahora también de dengue, hay que sumarle el peligro real de las muertes por coronavirus

Por Fernando Pepe

A la gripe española de 1918 se la considera la pandemia más devastadora de la historia humana, ya que en solo un año mató entre 20 y 40 millones de personas, principalmente infantes. Pero en nuestro territorio, sin embargo, las «pestes», enfermedades infectocontagiosas del colonialismo europeo diezmaron a comunidades y pueblos enteros, con una inusitada virulencia y los muertos; se contarían en 100 millones siendo conservadores en el cálculo si la historia no fuese escrita por los vencedores del mayor genocidio de la historia de la humanidad.

Pero bien sabemos que hay otra historia, la de los vencidos, que ni aún vencidos se rinden y a pesar del genocidio escriben con su lucha diaria la historia de nuestros pueblos. El pueblo wichí es un claro ejemplo. Fueron llamados por los conquistadores como matacos, que en español antiguo significa animal de poca monta, a pesar de que la traducción de wichí es «los que viven la vida plena». Fueron acorralados entre la frontera de Argentina y Bolivia para luego quedar nuevamente divididos por los estados provinciales de Salta, Jujuy, Formosa y Chaco.

En Salta, en particular, el desenfrenado desmonte y la desidia del estado provincial durante décadas los ha condenado a una resistencia casi agónica. Estudios antropológicos ya en 1974 describían una situación parecida a la actual, que nos da la pauta de un problema estructural.

A las muertes por desnutrición, deshidratación, ahora también de dengue como antes de cólera, hay que sumarle el peligro real de que las ancianas y ancianos mueran de coronavirus llevándose con ellos conocimientos ancestrales invaluables para su pueblo y para la humanidad toda. Un trágico remate para un pueblo que ve a sus indefensos infantes morir lentamente de hambre y sed. Es sin duda una deuda de la democracia llevar alivio, para empezar, a estos hermanos que son ejemplo de lucha y resistencia.

El gobierno nacional ya tomó cartas en el asunto, la ministra Frederic, el ministro Arroyo y la presidenta del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas Odarda han viajado para hacerse cargo. Tremendo desafío intentar en cuatro años revertir siglos de despojo y olvido. Tienen sin embargo el empuje de un gobierno decidido a acabar con las injusticias de nuestro pueblo y principalmente en la coyuntura actual a cuidar la salud de todas y todos.

La pandemia de gripe de 1918, conocida como la gripe española, fue una pandemia causada por un brote del virus Influenza A.H1N1. En España la llamaron gripe francesa. En Senegal fue conocida como gripe brasilera, en Brasil fue gripe alemana. En Alemania se llamó gripe de Flandes. Y en Polonia gripe bolchevique. Si algo nos enseña la antropología es que las epidemias siempre son foráneas. Ahora es el coronavirus el que nos acecha y si bien no sabemos a ciencia cierta todavía su origen, si sabemos que entre todos lograremos sobrellevar este desafío, chinos, europeos, argentinos, bolivianos, wichí, todos estamos hoy más que nunca en la misma barca.

(*) Antropólogo, presidente del colectivo GUIAS (Grupo Universitario de Investigación en Antropología Social