La Conferencia Episcopal Peruana revelará la próxima semana la sentencia que el Vaticano impondrá al fundador del movimiento católico laico Sodalicio de Vida Cristiana, acusado de abusos sexuales, informó el miércoles el futuro cardenal peruano Pedro Barreto.
«El ocho de junio, monseñor Miguel Cabrejos, el presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, leerá un comunicado que ha sido conocido por el Santo Padre, donde dará a conocer cuál es la situación del señor (Luis Fernando) Figari», declaró el arzobispo Barreto al diario La República.
El fallo sobre Figari será emitido por el Tribunal de la Signatura Apostólica, máximo organismo de justicia del Vaticano, indicó Barreto, arzobispo de la ciudad andina de Huancayo, quien visitó la Santa Sede este mes con los demás obispos peruanos.
El papa Francisco intervino en enero al Sodalicio y designó un comisario apostólico antes de iniciar una gira por Chile y Perú ese mes.
Las víctimas del Sodalicio recriminan al papa que proteja a Figari, quien vive en una casa de retiro en Roma, amparado por un decreto vaticano que le prohíbe volver a Perú.
Figari, de 70 años y fundador del Sodalicio en Perú en 1971, alega inocencia y el Vaticano no lo expulsó de la organización por considerarlo «mediador de un carisma de origen divino», en una polémica decisión adoptada en 2016.
Barreto es uno de los 14 nuevos cardenales que Francisco investirá el 29 de junio.
A pesar del escándalo de pedofilia en el Sodalicio, que posee escuelas y casas de retiro, el pontífice no aludió al tema durante su visita a Perú. En cambio, su escala en Chile estuvo marcada por la polémica sobre los abusos sexuales del clero.
La fiscalía de Perú solicitó prisión preventiva en diciembre para cuatro miembros del Sodalicio, entre ellos Figari, por abusos sexuales. Todos ellos son laicos.
El Sodalicio admitió que al menos cuatro de sus líderes, incluido Figari, «abusaron sexualmente de 19 menores y 10 mayores».
Según las denuncias, los abusos ocurrieron entre 1975 y 2002.
Figari Reclutaba a adolescentes de colegios privados de clase alta y los llevaba a vivir en comunidad como «soldados de Cristo».
El movimiento se expandió a Colombia, Chile, Argentina, Brasil, Estados Unidos, Costa Rica, Ecuador e Italia.