Opinión

El mensaje oculto de la pandemia: volver a la fuente de las cosas, el amor


El avance del coronavirus deja un llamado a la reflexión, un llamado a los seres humanos de buena voluntad, a aquellos que tiene el amor despierto. Opina Carlos Duclos

Por Carlos Duclos

El supremo Orden Universal no permite que la tragedia llegue sola a golpear el corazón del hombre. Podría decirse que, sin que el dragón lo advierta, deposita bajo sus alas una señal, un mensaje, una advertencia compasiva y misericordiosa. Esta pandemia mundial que tanta aflicción está causando en la humanidad, no viene sola. En ella hay un llamado a la reflexión, un llamado a los seres humanos de buena voluntad, a aquellos que tienen el amor despierto e incluso a esos a quienes las falsas luces del sistema lo han adormecido.

Es cierto que guerras devastadoras, pandemias, epidemias, males y desastres han ocurrido siempre y que la humanidad no ha modificado demasiado su triste y perjudicial conducta; sin embargo, luego de cada catástrofe surgió siempre un movimiento filosófico constructivo, un buen ideario y personas que adhirieron.

Después de la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, cobró auge el existencialismo de Sartre, y el principio de que la existencia precede a la esencia. Es decir, el ser humano tiene valor primero por lo que es y no por el “para qué es”. Para el existencialismo, la vida del hombre gira en torno de la libertad, la responsabilidad y la elección. El hombre es libre y elige a cada momento. Y la verdad es que la vida implica elecciones cotidianas, incluso cuando somos prisioneros de la adversidad, porque como decía el genio de Viktor Frankl, todo ser humano tiene la capacidad y la libertad de adoptar actitudes ante cualquier circunstancia, eso no se puede impedir.

Muchas personas, transcurrido este mal pandémico, seguramente saldrán desaforadas a reconquistar la vida como era antes, pero seguramente muchas mujeres y hombres, a partir de esta virosis dramática, advertirán el mensaje que ella misma trae: debe haber un cambio, debe haberlo no solo para alcanzar un mundo mejor, sino una vida individual acorde con los valores que son importantes y prioritarios y que con frecuencia se pierden de vista.

Es probable que muchos humanos, a partir de su “existencia” hoy, se acerquen y comprendan la “esencia” del planeta y sus otras criaturas, que vean que el amor vibra en cada parte de la Tierra y de sus hijos. Que esa fabulosa energía está allí, esperando que vuelvan por ella. Y cuantos más se sumen a un nuevo y buen orden, más retrocederá el mal que hoy domina al mundo y que es causante de llantos y aflicciones. Como suele decirse habitualmente: es necesario volver a la fuente de todas las cosas y esa fuente es el amor.