El gobierno brasilero aceptó que no podrá contener la pandemia en caso de que siga creciendo y que además esto traerá una recesión en la economía local
Brasil anunció hoy un saldo de 11 muertos y 904 infectados con coronavirus al mismo tiempo que advirtió que en abril su sistema de salud colapsará y que prevé para septiembre el fin de la crisis por la pandemia. Asimismo, avisoró una recesión económica y más de cinco millones de empleos perdidos apenas en el sector comercial. El Congreso brasilero este viernes declaró la situación de calamidad en el país.
El diagnóstico del colapso a partir del mes próximo lo dio el ministro Luiz Mandetta, quien a diferencia de las gobernaciones y municipios no convocó al freno de la actividad en Brasil, mientras que el presidente Jair Bolsonaro admitió que pudo haber tenido coronavirus y que se someterá a un nuevo examen cuando se lo pidan sus médicos.
En una jornada en la cual hizo declaraciones tres veces, Bolsonaro tuvo que dar a conocer un comunicado de su médico para decir que no tiene coronavirus. Mientras, en un día crecieron los casos en un 40%.
«Después del cuchillazo que recibí no me va a derrocar una gripecita, si los médicos quieren otro examen me lo haré», afirmó Bolsonaro, quien se quejó de las «medidas extremas» de los gobernadores, que paralizaron el país para enfrentar, sin una política nacional clara, la pandemia en un país de 210 millones de habitantes.
En una sesión virtual por una aplicación de internet, el Senado convirtió en ley el estado de calamidad: minutos después el Ministerio de Economía redujo de 2,01 a 0,01 la previsión del Producto Bruto Interno para 2020, en una revisión de su presupuesto.
Para intentar calmar a los industriales, Bolsonaro tuvo con ellos una teleconferencia en la cual prometió ayuda para mantener empleos. Para empezar, 50.000 metalúrgicos fueron obligados a tomarse vacaciones forzadas de las automotrices, mientras que la Asociación de Shoppings estimó que cinco millones de empleos podrán perderse con el colapso del comercio de tiendas de atención al público, tanto en centros comerciales como en las calles.
En esa misma reunión con los poderosos empresarios paulistas de la Federación Industrial Fiesp, el ministro Mandetta admitió que se espera el «colapso en abril del sistema de salud» para tener una curva descendente apenas en septiembre, con el fin del invierno, que en la mitad del país no tiene clima tropical.
Irritado con las preguntas sobre si tiene o tuvo coronavirus, Bolsonaro habló con la prensa y aseguró que quizás se infectó.
.»Acá en casa, toda la familia dio negativo. Tal vez yo ya fui infectado antes y no lo sabía. Tal vez. Y tengo anticuerpos», afirmó el mandatario, luego que subiera a 22 la cantidad de personas que dieron positivo y que estuvieron con él y con Donald Trump en su comitiva en Estados Unidos hace dos semanas.
La declaración de un estado de calamidad permitirá al gobierno nacional aumentar el gasto público e incumplir el objetivo fiscal establecido para este año, lo que permitirá inyectar más fondos a la lucha contra la pandemia.
Según informó el gobierno del estado de San Pablo en un comunicado, cuatro personas mayores de 70 años murieron en las últimas 24 horas, lo cual elevó hoy a 11 los fallecidos en Brasil, el país que registra más decesos en América Latina desde el inicio de la pandemia.
Las últimas víctimas fatales son una mujer de 83 años y tres hombres de 70, 80 y 93, todas fallecidas en sanatorios privados. Más temprano, otras dos personas habían muerto en Río de Janeiro. Todos son mayores de 60 años. Especialistas observan que Brasil va mostrando registros «a la italiana» de Covid-19.
Pese a este gesto del Congreso, la tensión política no para de crecer en Brasil.
Tras sufrir cacerolazos por tercera noche pidiendo su renuncia, Bolsonaro afirmó hoy estar dispuesto a hablar con su par chino, Xi Jinping, para reducir la tensión diplomática con China abierta por uno de sus hijos, el diputado Eduardo Bolsonaro, a a vez que fustigó las «medidas extremas de los Estados» que actúan a contramano del gobierno federal contra el coronavirus.
Mientras tanto, el ex presidente y líder opositor Luiz Inácio Lula da Silva dijo que la actitud de Bolsonaro «sirve para mostrar que en este momento Brasil no tiene gobierno» y acusó al Poder Ejecutivo de buscar «mejorar la imagen negativa en lugar de cuidar de la salud del pueblo».
Los gobernadores de los estados más importantes del país, San Pablo y Rio de Janeiro, fustigaron a Bolsonaro por su actitud frente a la pandemia. El paulista Joao Doria y el carioca Wilson Witzel, de derechas y que apoyaron a Bolsonaro en 2018, se desmarcaron del presidente, que atinó a quejarse de ellos y de los demás gobernadores, tanto oficialistas como opositores, que cerraron las ciudades prácticamente.
«Es una exageración, parece que fuera otro país», se quejó el ex capitán del Ejército.