Las calles del centro se encuentran silenciosas, casi sin gente. Los estudiantes están sin clases y la mayor parte de la población evita los amontonamientos
Por Gina Verona Muzzio
Las autoridades municipales pidieron en las últimas horas, siguiendo las directivas de los representantes del Ministerio de Salud de la Nación, que todo aquel que pueda se mantenga en su hogar para evitar la propagación del coronavirus Covid-19. Parece que mucha gente tomó en cuenta la recomendación, porque en las calles de Rosario se vive un día de extraña calma.
El silencio y la poca presencia de personas en las calles se asemeja por momentos a alguna escena de película posapocalíptica. La tranquilidad es mayor incluso a la de los domingos. Al pedido de quedarse en los hogares por la pandemia, se suma el paro de 48 horas de trabajadores municipales. Ante esta situación, que genera la ausencia de inspectores y Guardia Urbana Municipal (GUM) se esperaba la presencia de vendedores ambulantes. Pero éstos también acataron la medida y las peatonales se mantienen cuasi vacías.
Tampoco se escucha el bullicio de los niños y jóvenes, ya que tras sólo una semana de clases, éstas fueron suspendidas por recomendación del Ministerio de Educación a nivel nacional. La postal céntrica es similar a la de un fin de semana, aunque el clima es más raro. Ronda cierta preocupación.
Además, en el casco histórico y en las galerías, los comercios modificaron su horario de atención y abren entre las 10 y las 18 horas. Mientras que los sábados, de 10 a 14. Sin embargo, la mayoría no tiene demasiada concurrencia, a excepción de las farmacias, donde los clientes deben mantener la debida distancia y el ingreso es limitado. Esto genera filas en el exterior de las mismas.
La situación es compleja en los bancos, donde las filas de personas, son extensas y la gente se agolpa con la urgente necesidad de ser atendida. Muchas de estas personas son jubiladas, que por su edad son consideradas población de riesgo ante el coronavirus.
Por otra parte, este miércoles se sumó el cierre de los gimnasios y se habilitó la venta por delivery en todos locales gastronómicos. Entonces, la ciudad parece que seguirá en calma, al menos mientras se mantengan las medidas decretadas por los distintos niveles del Estado y la mayoría de los ciudadanos las cumplan.