Por Carlos Duclos
No generar pánico ni propiciar psicosis, es necesario ante la aparición de un virus que se multiplica exponencialmente y que se expande a cada rincón del mundo. Pero tampoco es tolerable ocultar información, tapar casos sospechosos o confirmados, o burlar las recomendaciones hechas por las autoridades, como sostienen algunos que ocurre en diversas partes del mundo, e incluso en nuestro país y en la propia ciudad de Rosario. Tampoco es serio no prevenir o prevenir a medias cuando se tiene la oportunidad de contener bastante a la arremetida del Coronavirus.
Hace unos días atrás, desde estas mismas columnas, se criticaba a los gobiernos nacional, provincial y municipal por la ausencia de una campaña publicitaria que hiciera tomar conciencia a la estructura social sobre las medidas a adoptar en el marco de esta crisis. En ese contexto, es plausible el anuncio del presidente Alberto Fernández hecho por cadena nacional en el sentido de que se iniciaría una campaña en todos los medios de comunicación. Pues bien, muy bien, la campaña se ha iniciado y es de celebrar. Es una acción necesaria, no un gasto en propaganda política. Es una inversión en salud. Es atinada, por otra parte, la iniciativa del presidente de limitar las actividades sociales en el país por diez días. Nada más importante que la salud y la vida.
También es plausible (y hay que remarcar el hecho) la decisión adoptada por el gobernador Omar Perotti de convocar a ex funcionarios del Frente Progresista (cuya gestión fue meritoria en asuntos de salud) para combatir el flagelo que preocupa a todos.
Nunca será suficiente lo que se haga para hacer frente a un virus del que en realidad poco se sabe, para el que no hay todavía vacunas, aunque varios centros están trabajando contra reloj en el tema, como el grupo de investigación Migal de Israel. Tampoco se conoce mucho sobre los daños que causa en realidad este virus, porque ahora hay quienes reportan secuelas y hasta recaídas. Y, por otra parte, no son pocos los que dicen que las cifras que se conocen de infectados y muertes no se ajustan a la realidad.
Mejor que curar es prevenir, sobre todo cuando a veces los tratamientos no dan resultados satisfactorios y cuando los sistemas de salud no están preparados para una crisis de magnitud como esta. En España e Italia los centros sanitarios están colapsados y hay gente que no puede ser atendida. Se confiaron demasiado y lo reconocen. La hora demanda actuar con solidaridad, responsabilidad y sentido común.
Está bien que se hayan restringido en todas partes del país los espectáculos públicos, los actos y demás manifestaciones que conllevan reuniones de muchas personas, pero es una incoherencia, una falta proverbial de sentido común (sentido que no lo da un título o un rango) que no se hayan suspendido las clases. En este contexto, lo solicitado por algunos gremios docentes es pertinente: debe cesar la actividad escolar, porque aun cuando los chicos pueden ser una franja etaria a salvo del virus en gran porcentaje, hay recientes estudios que dan cuenta de que pueden ser asintomáticos y contagiar. Sin contar que a las escuelas van también adultos y son centro de gran concurrencia de personas. Mejor prevenir a lamentar, mejor hacer las cosas cuando todavía es posible contener el mal a esperar y tener que asistir a un escenario penoso como el que ocurre en Italia, España, Francia y otros países.
En las últimas horas circuló la versión, de fuentes confiables, de que el gobierno nacional dispondría un cese de actividad escolar. Sería una medida para reconocer que las provincias deberían acompañar. Como se debe reconocer la decisión adoptada por la Universidad Tecnológica Nacional, la UBA y otras universidades del país quienes decidieron suspender el dictado de clases; o la decisión del intendente de Mar del Plata quien le dijo “no” al dictado de clases por el momento.
En Francia, el gobierno del presidente Emmanuel Macron decretó el cierre de escuelas públicas, lo mismo ocurre en Portugal, Irlanda, España y otros países. En Venezuela, el gobierno, apenas confirmó dos casos de Coronavirus el viernes, en el mismo momento adelantó, a través de la vicepresidenta, Delcy Rodríguez, que el país suspendería las clases en las escuelas públicas y privadas a partir del lunes. Uruguay también ha suspendido la actividad escolar. Cabe señalar que el reconocido médico infectólogo Eduardo López (MN 37586) ha remarcado: “Si bien los niños no adquieren la enfermedad, o lo hacen de manera muy leve, sí la transmiten, por eso no es exagerada la medida de suspender las clases que se ha tomado en muchos países”.
Pero no toda la responsabilidad la tienen los gobernantes, porque de poco servirán sugerencias y medidas si la sociedad no las cumple, si no se actúa con responsabilidad. No puede ser, es inadmisible, que personas que deberían respetar la cuarentena se burlen de ella y del prójimo caminando ufanas y panchas por la calle. No puede, es intolerable, que por un lado se suspendan los espectáculos públicos, las concentraciones de gente y algunas salas de juego permanezcan abiertas, como si el Coronavirus tuviera el paso impedido a las mismas.
El periodismo, a fuer de parecer reiterativo a veces, ha sido y es la pieza clave que está alertando a la sociedad a través de la información sobre medidas adoptar, sea publicando recomendaciones de médicos, de instituciones de la sanidad o con entrevistas a funcionarios cuando estos atienden el teléfono o responden los mensajes, claro.
El Coronavirus demanda conducta social, pero viene bien recordar que también lo demandan otras afecciones, como el dengue y otras enfermedades. Incluso, y sobre todo, lo demandan patologías como la mezquindad, la división, el odio, el fanatismo, que también matan posibilidades de una vida mejor para todos. Son otras formas peligrosas de “coronavirus. Mejor prevenir a lamentar.