Por Belén Corvalán, desde Buenos Aires – Con la Gente
El barrio de Retiro es una de las zonas más cotizadas de la ciudad de Buenos Aires. Calles angostas, elegantes bares con sus mesas en la vereda, le dan un aire francés. La postal sería perfecta de no ser por la cantidad de personas que viven en situación de calle, que acompañan la impronta del barrio, generando una realidad paralela. En 1996 cuando ya se palpitaba y se avecinaba la crisis económica que golpeó al país unos años después, muchos cartoneros frecuentaban dicho barrio, ya que “al ser un barrio de ricos, produce basura rica”, cuenta el padre Gustavo Boquin, actual párroco de la iglesia de Nuestra Señora del Socorro. En ese contexto, y con grandes necesidades, hace 22 años se fundó el Hogar Monseñor Albisetti y el comedor de Cáritas de la Parroquia del Socorro. Ambos servicios funcionan en Suipacha 1241, en el corazón del barrio Retiro.
En la ciudad de Buenos Aires, en abril de 2017 hubo 1.066 personas viviendo en situación de calle, mientras que en 2016 en el mismo período se habían contabilizado 866, es decir, que la cantidad de personas en situación de calle de 2016 a 2017 aumentó un 23,1 por ciento, respecto del mismo mes del año pasado, según las cifras difundidas por el subsecretario de Fortalecimiento Familiar y Comunitario de la Ciudad de Buenos Aires, Maximiliano Corach.
Las alarmantes cifras que desprenden de dicho relevamiento se traducen en la demanda permanente que tienen. “El Hogar siempre está lleno”, asegura el párroco. Los días lunes, martes, miércoles y jueves el comedor abre sus puertas para alimentar a personas en situación de calle y familias carenciadas. Actualmente reciben alrededor de 70 personas en el comedor. “Hace dos años aumentó la demanda de ambulantes”, lo que requiere que muchas veces los desayunos y almuerzos se tengan que hacer en dos tandas.
En tanto, también funciona como hogar de febrero a diciembre, ya que cuenta con una habitación con 22 camas donde se les brinda alojamiento a hombres mayores de edad, argentinos o extranjeros, con el requisito de que tengan documentación. En el año 2016 se notó un significativo incremento en la demanda. Cifra que ascendió a 120 en hombres entre 30 y 40 años de edad.
Durante la estadía en el Hogar reciben comida, asesoramiento laboral, y atención médica por un lapso de 30 y 40 días, ya que luego tienen que abandonar el lugar. “Es una sola vez en la vida, no se puede volver”, dice el sacerdote. Es que una de las políticas que implementan tiene como objetivo que la persona pueda reinsertarse socialmente. “La iglesia siempre piensa en la urgencia, pero también hay una acción promocional, que la persona pueda sustentarse”, explica el párroco. Según estadísticas realizadas por el mismo Hogar durante el año 2017 de 85 huéspedes que fueron alojados de agosto a diciembre, 11 de ellos egresaron con ocupación laboral.
“Las personas llegan desesperanzadas, pero buscamos que salgan mejor de lo que entraron, que ese tiempo que pasó no sea un tiempo de nada”, dice el sacerdote. Y agrega: “Una vez me tomé un taxi, y el taxista había estado en el hogar”.
Sin embargo, admite que hay una “crisis educativa”, pues la mayoría de los huéspedes tienen la primaria o secundario incompleto. Según los informes, de 120 huéspedes que alojaron durante el 2016, 110 no estaban especializados en ningún oficio.
“Tenemos una deserción escolar inmensa. ¿La educación capacita a las personas para tener un proyecto personal, en cuanto a la transmisión de valores y hábitos?”, se pregunta poniendo en tela de juicio el modo en que se desarrolla el sistema educativo.
Las adicciones es una de las principales causas por la que las personas asisten al hogar. “La droga es un flagelo, cada vez el daño es mayor en la población que atendemos. Hace veinte años era otra la problemática, antes no tenían trabajo. Ahora desde hace mucho no tienen trabajo, o lo perdieron por adicciones, porque no pueden sostenerlo”, explica Boquin.
Asimismo, también muchos de los huéspedes que reciben son extranjeros, o personas del interior del país que llegan a Buenos Aires con la idea de buscar trabajo. También “los nuevos pobres”. “Estas son personas de clase media que han perdido la posibilidad de alquilar un departamento o de pagar una habitación, y se encuentran en situación de calle, fruto de las crisis económicas, la falta de crecimiento de la economía y de posibilidades”, explicó el Padre.
Y concluyó: “Veo difícil la situación actual. Creo que es mucho más grave lo social que lo económico. Hay personas que pueden conseguir un trabajo, pero no sostenerlo. Por supuesto que lo económico repercute en la realidad social y cultural”.