CLG dialogó con Ricardo Kohan, Hugo Capacio y Alberto Ficarrota, quienes integran la asociación civil Ex Bomberos de Rosario y luchan incansablemente por concretar este sueño
CLG dialogó con Ricardo Kohan, Hugo Capacio y Alberto Ficarrota, quienes integran la asociación civil Ex Bomberos de Rosario y luchan incansablemente por concretar este sueño
Por Sofía Dalonse
Hace cinco años un grupo de ex bomberos comenzó a juntarse periódicamente para darle forma a lo que hoy es la asociación civil, integrada por bomberos Voluntarios, Zapadores y de Prefectura, la cual consta de distintas áreas de trabajo abocadas a llevar a cabo tareas solidarias. Además de compartir la pasión por la profesión, los une un sueño, una llama que no desean apagar para mantener encendido el fuego del compromiso y la vocación: un museo, el cual concentra todas esas sensaciones y tiene el propósito de transmitirlas socialmente para que la tarea sea reconocida.
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La idea del museo tiene un sustento histórico, y de concretarse tendría un valor muy importante para la ciudad, considerando que el primer cuartel de bomberos surge en Rosario. “Nos asesoramos con un historiador y descubrimos como data muy importante que el primer cuartel de bomberos del país no fue el de La Boca, sino de Rosario. Está registrado en diarios de la época que el cuartel de bomberos voluntarios se funda en Rosario en 1880, y en 1882 ya hay registro dentro del concejo deliberante donde la Municipalidad de Rosario entrega subsidios a bomberos voluntarios. En 1884 se crea el cuartel de bomberos voluntarios de La Boca, el cual es reconocido como el primero del país; pero si nos remontamos a estos datos no es así”, relató Hugo Capaccio en diálogo con CLG.
El proyecto fue presentado dos veces en el Concejo Municipal, en 2015 y en 2018. Así también, fue reconocido de interés turístico, cultural, municipal; pero hasta el momento no han obtenido respuestas.
No obstante, sin bajar los brazos y manteniendo firme sus convicciones, buscaron una casa ubicada en Lavalle al 2400 donde exponen algunos objetos. Ricardo Kohan comenta al respecto: “Tenemos algo muy chiquito, muy humilde, lo hemos hecho con mucho amor y mucho sacrificio. Pero nos está quedando chico”.
Actualmente, dejaron de recibir un subsidio con el que antes contaban y se les hace insostenible pagar el alquiler del lugar. Para concretar este anhelo necesitan un espacio físico de mayor amplitud, ya que han conseguido material valioso para exhibir, como por ejemplo un par de autobombas, pero no disponen del lugar para hacerlo.
El motor de este sueño tiene nombre y apellido: Alberto Ficarrota. Es el presidente de la asociación, a quien todos aprecian y acompañan. Comanda este equipo con sus 77 años, pero con la fuerza y espíritu de un adolescente. “Es el sueño que desvela a Albertito Tatín Ficarrota. Esto es su vida, a veces se enferma y termina en el médico por este tema; le cuesta hablar sobre esto, se emociona fácilmente”, comenta Kohan.
Y realmente es así. En el momento de expresarse, se lo observaba conmovido. Sus ojos, a simple vista húmedos, en la profundidad destilan un brillo de ilusión que parecía intacta. Con tono emotivo, Alberto se encargó de enumerar los distintos objetos que hoy por hoy exhiben en la casa ubicada en Lavalle y Ocampo: “Elementos antiguos del siglo pasado como pistones, máscaras antiguas, trajes de aproximación, bombas de granada contra incendios, cascos, palas, equipos de bronce”. Se destacan, también: los mamelucos y sacos, así como los antiguos handy, las bases para los radiollamados, y las máquinas de escribir donde relataban los siniestros.
El proyecto, además, concentra fines educativos. La intención es abrirlo al público, ofrecer cursos de seguridad, evacuación y prevención de incendios. Asimismo, realizar visitas guiadas para niños de distintas escuelas y compartir el relato de las anécdotas del oficio.
Un plan ideado con vocación, trabajo, pasión y compromiso. Un museo que podría convertirse en un sitio de interés para los rosarinos y que haría feliz a Alberto y compañía. Por ahora, sólo un sueño. Ojalá se haga realidad.