Por Emilia Ottogalli
Dicen que todo vuelve, y los pañales de tela no son la excepción. Volvieron, pero renovados y más modernos. Ya no son como aquellos antiguos que muchos pueden recordar de los 80. Se usan, se lavan y se vuelven a usar, sí; pero con un nivel de practicidad que lejos está de equipararse al de años atrás. En Argentina, un gran número de padres y madres decide utilizarlos y sus razones son variadas.
Para muchos la decisión se rige estrictamente por el lado ecológico, para otros hay también una consideración en cuanto al gasto que implican los descartables. Muchos padres deciden probarlos cuando sus niños son un poco más grandes, mientras que otros los eligen desde el primer día.
El impacto ecológico del plástico del que están compuestos los desechables es uno de los principales motivos que tiene la mayoría para no optar por ellos. Según se estima, el material de cada uno de estos demora entre 250 y 400 años en degradarse. Carla, mamá de Renata de 1 año y 9 meses, contó a Con La Gente en qué se basó su inclinación por los reusables: “Cuando vimos que un bebé usa 6 o 7 descartables al día, durante prácticamente tres años, nos pareció que era una locura tirar todo eso”. Para ella, estos residuos, en esas cantidades, se vuelven una agresión para el medio ambiente. “¿Cómo podemos inculcarles a nuestros hijos que crezcan en una sociedad sin agresiones si nosotros los criamos agrediendo el medio que los rodea?”, cuestionó.
El otro factor determinante puede ser la economía. Focus Market, una consultora, realizó un estudio entre julio y agosto de 2017 que refleja un aumento en el precio de los prescindibles de hasta un 21,8%. El contraste en cuanto a los gastos es amplio. En ese sentido, la entrevistada explicó que “con un poco más de lo que te comprás pañales para una semana, te comprás un lavable; y teniendo 15 podes tener un buen stock para no lavar todo el tiempo”. Más precisamente, un paquete de 16 desechables está alrededor de $120, mientras que se pueden conseguir de tela desde los $350.
Sin embargo, como todo, preferir volver a usar también tiene sus contras. Lavar implica una rutina totalmente diferente y suele involucrar a ambos papás. No todos los que incursionan en este mundo se acostumbran fácilmente a esto, a veces, la practicidad puede más. En el caso de Carla: “Ninguno de los dos tiene problemas en lavar ni nada. El padre limpia sin problema los pañales, que no es lo más divertido de todo el sistema. Pero no es nada. No es como si lo laváramos a mano”, relató entre algunas risas, dando a entender que no es tan terrible como algunos pueden pensar. Además, también relacionado a la practicidad, está el tema de las salidas con el bebé y cómo manejarse fuera de casa. Fundamentalmente, hay que tener más espacio y ser conscientes de que “el que está sucio vuelve con vos a tu casa”.
Para aquellos interesados es importante saber que hay de diferentes sistemas con el fin de que se adapten a la comodidad y necesidad de cada chico. La base de un pañal de tela se divide en dos: un cobertor impermeable (pero que deja respirar la piel) y una parte interior que es absorbente. A su vez, algunos vienen todo en uno y otros desmontables, lo que posibilita decidir de qué forma lavarlos.
Los hay de miles de formas y sistemas. Nacionales e importados. Lisos y estampados. Con todas sus partes lavables. Se pueden usar siempre o algunas veces. Tenerlos como primera opción, o como segunda. En fin, la opción está. Y es cada vez mayor.