La condena llega luego de que el mediático sea denunciado por estafas y se le suma a la condena de la Justicia rosarina
La condena llega luego de que el mediático sea denunciado por estafas y se le suma a la condena de la Justicia rosarina
Javier Bazterrica, más conocido como el Gigolo, fue condenado por la Justicia por fraudes cometidos entre 2009 y 2015. La pena dista de dos años y medio de prisión y fijó una pena única a 3 años en suspenso, al unificarla con el fallo que lo condenó en Rosario este año. Por el momento, no irá detenido y la pena funcionará como «advertencia».
El juez Gustavo Rofrano condenó a dos años y medio de prisión en suspenso a Javier Bazterrica por estafar a cinco mujeres entre 2009 y 2015. El hombre de 41 años aceptó su responsabilidad en un acuerdo de juicio abreviado firmado con el fiscal general Oscar Ciruzzi.
La condena a Bazterrica (quien fuera apodado mediáticamente como «El Gigoló») es por los delitos de “estafa reiterada en cinco oportunidades en concurso real hurto agravado por haber sido cometido mediante la utilización de llave retenida; amenazas coactivas; y daño”. El magistrado del Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional Nº7 finalmente le fijó una pena única de tres años de prisión en suspenso, ya que unificó su sanción con una condena a un año de cárcel que dictó un juzgado de Rosario en mayo de este año por estafar a otra víctima con la que mantenía una relación.
El juez Rofrano tuvo en cuenta “la multiplicidad de eventos delictivos” y el daño causado, que no se limitó únicamente al aspecto económico, sino que abarcó “el espectro emocional de las personas involucradas y de sus familiares allegados”.
Bazterrica no irá detenido porque la pena es en suspenso y el juez consideró que funciona como “una advertencia para evitar la comisión de nuevos delitos”. No obstante, deberá notificar su domicilio y tendrá que permanecer durante tres años bajo el cuidado de la Dirección de Control y Asistencia para la Ejecución de la Pena. Ese organismo es el que se encarga del cumplimiento de las reglas de conducta impuestas a toda persona a la que se le haya fijado una pena de ejecución condicional.
Multiplicidad de víctimas
En mayo de 2009, Bazterrica conoció a una mujer, a quién le dijo que era el dueño de la Clínica Bazterrica y jugador de polo con “un alto nivel adquisitivo”. Aprovechándose del vínculo que comenzó a construir, intercambió varios mails y mensajes de texto donde le ofreció el alquiler de dos departamentos. A ella le interesó una de las dos viviendas, por lo que fue con su padre a reunirse con el imputado y le dio 3000 pesos en concepto de primer mes y depósito. Luego, fueron hasta una inmobiliaria donde redactaron y firmaron un contrato. En ese momento, le dio los números de teléfono del estudio que se encargaba de la operación y de un abogado.
La damnificada llamó varias veces a estas dos personas pero nunca pudo comunicarse, por lo que le envío a Bazterrica un mensaje. Éste le contestó: “ahora me comunico y digo que te llamen”. Nunca más pudo hablar con él y cuando se dirigió al departamento alquilado, se dio cuenta de que no existía.
Según el requerimiento realizado por el fiscal Carlos Velarde y que fue replicado en los fundamentos de la sentencia dictada por el juez Rofrano, entre fines de 2011 y principios de 2012, Bazterrica mantuvo una relación amorosa con una mujer, a quién le dijo que se llamaba Máximo Blaquier. Convivieron durante los últimos tres meses, hasta que rompieron su vínculo, a comienzos de marzo de 2012. El 3 de marzo el acusado se retiró de la vivienda de su ex pareja y dejó una valija. Tres días después utilizó una llave para ingresar a la casa y llevarse otros elementos.
A partir de esto, la mujer cambió la cerradura, le pidió al ahora condenado que le devolviera las llaves y que retirara las cosas que quedaban allí. Esto no sucedió y ella comenzó a recibir mensajes amenazantes. También, intercambiaron mails dónde él le espetó: “te voy a hacer m… con la justicia”. Además, por la relación sentimental y de convivencia que los unía, Bazterrica logró que su pareja le entregara 8300 pesos, una consola de videojuegos y un equipo de audio, que nunca fueron devueltos. Además, le robó un dvd y la convenció de que le entregara 3000 pesos para que los invirtiera en la Bolsa de Valores, donde él dijo trabajar.
El 18 de mayo, el acusado le envió otro correo electrónico: “te queda poco, le conté a todos (…); ahora sí te hago m…”. En otro párrafo de ese mismo mail, la amenazó: “agarrate y salí del país porque te hago m…, estamos más cerca de lo que pensás sorete vas en cana y encima te cagan a trompadas así que mejor cuidate la espalda”, insistió.
Unos meses antes, cuando ya había terminado su relación con la otra mujer, Bazterrica conoció a la tercera víctima, a quién se le presentó como Máximo Javier Mac Fux, un persona de “alto poder adquisitivo”. Se conocieron con la damnificada vía “Facebook” y se encontraron en el local bailable “Esperanto”, donde le aseguró que estaba con guardaespaldas porque era “el nieto de Fortabat”. Luego de esa salida, la relación continuó al punto tal que la mujer le presentó a sus hijos y hasta permitió que el acusado conviviera un tiempo.
Para esa época fue que Bazterrica le pidió a su pareja que le prestara 20 mil pesos para abrir un gimnasio. La mujer se los dio pero nunca le fueron devueltos. Finalmente, averiguó que el hombre le había dado un nombre falso y terminaron la relación en septiembre de 2012.
Entre diciembre de 2012 y enero de 2013, conoció Bazterrica a la cuarta víctima. A ella le contó que le gustaba jugar al polo, que era economista y que su familia vivía en Inglaterra y en Argentina. Aprovechándose de este vínculo, logró que la mujer le ofreciera quedarse a vivir en su casa mientras él buscaba departamento. En ese momento, la mujer le alquilaba una habitación a una extranjera que le pagaba en dólares. Al necesitar cambio en pesos argentinos, Bazterrica se ofreció a hacerlo. Puso como excusa que conseguía un buen precio pero, con el transcurso de los días, el hombre fue poniéndole diferentes excusas para no entregarle el dinero.
El último caso involucró a la hermana de un artista conocido, que hizo pública la situación y permitió que otras mujeres denunciaran lo sucedido. A ella también la engañó, en el marco de la relación de pareja que mantenían desde marzo de 2015 y le hizo creer que iba a invertir los 5000 dólares que le diera en una operación bursátil para hacerla ganar más dinero. En esta ocasión, Bazterrica se había presentado como Máximo Nazar Anchorena.
A pesar de que pasaron los días y la mujer comenzó a reclamar su inversión, el acusado no le dio respuestas concretas hasta que dos semanas después le dijo que no le devolvería el dinero. En julio de ese año, y durante una discusión dentro del auto, Bazterrica se puso violento y golpeó el parabrisas y luego a ella en el pecho. Cuando la mujer quiso bajarse, el imputado la agarró del cabello para que continuara manejando.