Por Alejandro Maidana
El avance tecnológico se convirtió en un enemigo implacable. La caída estrepitosa de las ventas puso a los kioscos de diarios en un coma casi irreversible. Con la Gente salió a las calles a realizar un relevamiento de los mismos.
“Gorrión estoico de madrugadas heladas, tu voz confiada siempre templó mis mañanas. En tus manos repletas de tinta, en donde las noticias parecen tener alas, vuela tu canto sueñero, viejo amigo de las mañanas. A vos te escribo, con sentimiento fraterno, canillita querido, mitad periodista, y mitad maestro”
Permanecen allí, tan impertérritos como impávidos. Cargan sobre sus espaldas un sacrificio notable, tan pesado, como ese sinfín de anécdotas que amasaron por ser amigo de la calle.
Oficio sacrificado, que nace en las madrugadas para tratar de primeriar con la noticia, lo que hoy quedó bastante desfasado. Pero aún siguen allí, son ellos, “los canillitas”. Una denominación surgida del sainete «Canillita» del querido Florencio Sánchez. La obra recreaba la situación de un niño de unos 15 años, que trabajaba vendiendo periódicos en la calle para mantener a sus padres. Era tal su pobreza que tenía unos pantalones relativamente nuevos, que le han quedado cortos y al crecer, en su adolescencia mostraba así sus “canillas”.
Pero ha pasado el tiempo, junto a él la tan temida globalización tecnológica. El rápido y fácil acceso la información ha construido un muro inexpugnable para aquellos que a través del papel intentan reflejar un suceso al que las redes sociales o los informativos rápidamente lo convirtieron en pasado.
Pero qué mejor que ellos, los “diarieros”, para conocer en primera persona sus luchas y la resistencia que están llevando a cabo para que el rubro no desaparezca.
Guillermo Dannel y Mirian tienen su parada en Pueyrredón y San Lorenzo. Con la Gente los entrevistó y sostuvieron: “Hace 37 años que estamos enclavados en esta esquina. Al kiosco pudimos comprarlo cuando dejo John Deere allá por 1980”, cuenta Guillermo, que dice que la jubilación de ambos es la que les permite salir adelante.
“Las ventas caen día tras día. Las personas prefieren tomarse un café en un bar y ahí mismo aprovechar para ponerse a tono con las noticias. Hoy por hoy estoy bajando 37 diarios, algo que tiempo atrás hubiese significado la nada misma, y lamentablemente los lectores de los mismos son personas grandes”, dijo Guillermo.
Para cerrar dejó una reflexión demoledora: “Esto no va más, si seguimos aún en el kiosco, es porque vivimos a sólo 20 metros de acá, y porque la obra social también nos brinda cierta tranquilidad”.
En Tucumán al 1300, pegadito al Centro Cultural La Toma, se encuentra uno de los grandes personajes que tiene este oficio.
“Hace 18 años que estoy acá, cuando aparecí en la parada, todavía funcionaba el hipermercado Tigre”, expresa “Lalo”, alguien que mas allá de lo duro de la situación atravesada, jamás pierde el humor.
“En lo particular tengo que hablar de un desplome en las ventas de al menos un 60%. Esto se fue complicando desde que La Capital nos impuso el pago de un flete para terminar con la planchada, algo que sumado a fin de mes representa una erogación muy importante”, sostuvo.
Sobre la venta puntual de ciertos títulos, indicó: “Las revistas baratas son las que tienen más salida, lamentablemente nos mandan el sobrante de lo que en Buenos Aires no se vende. Ellos se quedan con aquellas que tienen más rotación, y nosotros con el descarte. Somos rehenes de las editoriales”, concluyó.
Con la Gente siguió recabando testimonios, en su gran mayoría coincidentes con el destino que se cierne sobre la actividad.
“No tengo dudas que tanto internet, como los noticieros que pululan a toda hora, han sido los responsables de nuestra dolorosa caída”. De esta manera iniciaba la charla Rubén Muscio, estandarte hace 32 años de la esquina de Corrientes y San Lorenzo.
“Te puedo asegurar que han caído al menos un 60% las ventas en esta parada. Recuerdo que en mis comienzos vendíamos 150 diarios y hoy debemos estar en los 50 o 60, un dato que refleja nuestros días”.
Las revistas de colecciones se muestran como un oasis en el desierto. “Son éstas las que nos permiten seguir batallando, las de tejidos en particular. Las que supieron andar muy bien y hoy están decadencia, no son otras que las de chimentos, y las emblemáticas Gente y Caras”, cerró diciendo.
A sólo unas cuadras de distancia, aparece uno de los pocos puestos “petisos”, esos que te garantizan una notable exhibición, pero que te dejan al desamparo a la hora de una incómoda lluvia. En él se encuentra Hugo, quien tiene 30 años en el oficio. “Esto se muere”, definió a la venta de diarios y revistas.
“Siendo muy generoso te voy a decir que esto cayó entre un 60 y 70%. En esta querida esquina, se llegó a vender 250 capitales, y hoy estaremos en unas 50. Las suscripciones al diario han sumado para que nuestra actualidad se encuentre en una encerrona”, indicó.
Para cerrar hizo referencia a la rotación de revistas: “Supimos traer 35 revistas Gente y venderlas a todas, hoy sacamos dos y con mucha suerte vendo una. Lo mismo con las otras, salvo algunas colecciones, el resto son para decorar el kiosco. Otra cosa, en el bar de enfrente algún día se van a matar para poder leer el diario, con esta incertidumbre transcurren nuestros días”.
El kiosco de la familia Lattuca se encuentra en el medio de otros dos, parece alocado hablar de tres puestos en una cuadra, pero en la peatonal San Martín entre San Luis y San Juan, esto sucede.
“Nuestra realidad no ha variado tanto, la clave está en que nunca vendimos muchos diarios debido a estar en medio de dos kioscos que hacen usufructo de las esquinas”, contaba Vicente, quien lleva 27 años entre títulos y fotos.
“Nuestro fuerte son las colecciones, las revista de tejidos y porcelana fría por ejemplo. Somos conscientes que nuestro rubro está atravesando un momento muy duro, pero vamos a seguir insistiendo y resistiendo”, enfatizó.