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Por Diego Añaños

Las lecciones del milagro chileno


 

Por Diego Añaños

En pleno domingo de elecciones, el panorama económico dista mucho de ser el que imaginaban los funcionarios de Cambiemos a comienzos de año. Mucho más lejano, claro, que lo que imaginaban a comienzos de la gestión. Cuando aún resuenan las palabras de Dujovne, que incluso hasta mediados de año seguía pronosticando una recuperación de la economía y una baja de la inflación, la realidad está años luz de las previsiones.

En septiembre de 2016, Mauricio Macri decía que estimaba que para el fin de su mandato la inflación iba a rondar el 6,5%, y el dólar iba a cotizar $23,53. También pedía ser juzgado por su éxito o su fracaso en reducir los índices de pobreza.

Los números de hoy son contundentes: la inflación proyectada ya se sitúa el alrededor de 55% (claro, antes de la devaluación del viernes, y sin considerar el descongelamiento de los combustibles), el dólar cotiza $65 cuando aún falta no solo la tensión cambiaria post electoral, sino también el efecto inflacionario hasta fin de año y la pobreza se ha disparado y se ubica en un 35,4%. El nivel de actividad económica por su parte, sigue en caída libre.

El Indec dio a conocer esta semana los datos del Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE), en los que resalta una caída interanual del 3,8%. Evidentemente la fuerte devaluación post Paso no hizo más que empeorar todos los guarismos de la economía argentina. El lunes el ministro Dante Sica y el candidato a vicepresidente, Miguel Pichetto, estuvieron reunidos con miembros de la UIA, en un acto eminentemente protocolar, ya que los empresarios no esperan soluciones por parte de Cambiemos.

En términos sectoriales, el dato más destacado consigna que se viene el peor octubre en 15 años en la venta de autos, ya que para encontrar un décimo mes con menor nivel de patentamiento hay que remontarse a 2004. Claro, en noviembre de ese mismo año, comenzó a visualizarse la recuperación, cosa que nadie espera que suceda en el próximo mes. Ni siquiera las bonificaciones, que en algunos modelos llegan al 30%, consiguen atraer nuevos clientes.

Las reservas del Central siguen en picada. Ya cayeron más de U$S20.000 millones, aproximadamente un 30%. Solamente el viernes, último día hábil antes de las elecciones, la sangría de divisas fue de U$S1.755 millones. El riesgo país, por su parte, volvió a dar un respingo, y no baja de la zona de los 2000 puntos desde mediados de agosto.

Como venimos señalando en los últimos artículos, el escenario global muestra señales cada más preocupantes, donde el dato relevante es la fuerte desaceleración del ritmo de crecimiento de la economía mundial. Desde Alemania se confirman las peores previsiones, ya que el Bundesbak anunció que la economía entró oficialmente en recesión luego de alinear dos trimestres seguidos con caída del producto. Por otro lado, a comienzos de semana, y en el contexto de las dificultades que enfrenta la economía doméstica, China amenazó con salir a vender bonos norteamericanos. Dado que el volumen de papeles en manos del gigante asiático está por encima del billón de dólares, una jugada de esa magnitud podría modificar drásticamente el mapa económico global.

En este contexto los sucesos de Chile, deberían hacernos reflexionar profundamente. Nadie puede pensar que una sociedad estable, que no sólo ha sido exitosa, sino que se ha mostrado como el ejemplo a seguir en Latinoamérica, puede desintegrarse sorpresivamente por un aumento de subte de 5 centavos de dólar. En efecto, el Milagro Chileno, el mejor alumno de la región, se basa en un sistema que se sostiene sobre profundas desigualdades sociales donde el 50% de los trabajadores recibe salarios por debajo de los 570 dólares por mes, y donde el 50% del consumo lo genera el 20% de los hogares de mayores ingresos.

El último Foro Económico Mundial, tuvo lugar a fines de enero de este año. Como es tradición, los principales líderes mundiales (privados y públicos), se reunieron en la localidad Davos, Suiza. El objetivo del encuentro es: “intercambiar políticas públicas y opiniones, para mejorar consistentemente los niveles de vida de los ciudadanos del mundo”. Si revisamos el ránking de competitividad que publica el Foro, nos encontramos con que Chile lidera claramente en la región en los principales ítems ligados a las instituciones: Estado de Derecho, Libertad de prensa, libertad de expresión, percepción de la corrupción y libertad económica. Claro, en el relato neoliberal, instituciones estables parecen ser la precondición para el desarrollo.

Sin embargo, por debajo de aquellas instituciones aparecen otros datos: alta desigualdad (el 1% más rico se lleva el 25% de la torta), baja movilidad social, mezcla de salarios bajos y nivel de precios muy alto, donde la educación y la salud son privadas. Es un contexto explosivo en el que sólo un 20% de los trabajadores mostraron ingresos superiores al promedio (alrededor de U$S1.000), mientras que los alquileres, la nafta, la leche, el agua, la energía eléctrica, el transporte, etc, son más caros que en la Argentina. De hecho, la mayor parte de las familias chilenas viven endeudadas para sostener sus gastos corrientes. Un sistema de pensiones privatizado e implosionado, un sistema de salud público de difícil acceso, un sistema de transporte ineficiente y además CARO, sistema de agua privatizado, un sistema educativo público de baja calidad y uno privado inaccesible para la mayoría de la población, colusión empresaria y corrupción…

No hay dudas de que Chile es un espejo en el que debería mirarse toda Latinoamérica, para decir no de una vez y para siempre, a las políticas neoliberales que nos quieren imponer desde las metrópolis del poder global.