Esta nueva forma de gastronomía se aprobó en 2017. Cómo está hoy y qué circunstancias deben sortear para buscar rentabilidad
Por Gonzalo Santamaría
Pasaron dos años desde la implementación de los food trucks en Rosario. En septiembre de 2017, el Concejo Municipal reglamentó esta movida que imponía, por ese entonces, un nueva forma de gastronomía. Tras dos primaveras, el saldo de la experiencia es “positivo”, tal cual lo definió Arturo Milano, representante de la Cámara de Foods Trucks de Rosario, en diálogo con CLG.
Milano reconoció que al ser la primera ciudad en regularizar esta práctica “hay cosas para acomodar”, y que la actividad tuvo “altibajos”. “Hubo errores, no intencionales, de parte de la Municipalidad”, señaló el emprendedor gastronómico.
Relató que al momento de la aprobación, en 2017, se implementaban cuatro paradas, todas en espacios públicos: el parque Scalabrini Ortiz, el Urquiza, el de Colectividades y el Sunchales. Allí se permitían tres rodados por estación. Un total de 12 licencias fueron otorgadas, pero ante “el apuro” por desarrollarlo, y sumando la crisis económica, explicó Milano que “no se pudo solidificar la cuestión y varios devolvieron sus habilitaciones”.
La particularidad de los food trucks es ir a buscar al cliente y uno de los puntos que tenían que cumplir era mantenerse a 200 metros del último restaurante, por ello su ubicación en los parques. “Hoy hay seis licencias y no están todas en la calle”, puntualizó, y agregó que las únicas paradas activas son la del parque de las Colectividades y Sunchales.
Uno de los reclamos de los emprendedores es la señalización de las paradas, así los rosarinos identificarían con mayor facilidad a los móviles. Pero también Milano hizo hincapié en otra variable muy importante: la energía eléctrica. “La Municipalidad se había comprometido a darnos flujo eléctrico, obviamente pagando, pero eso no se hizo y nos sostenemos con generadores”, argumentó. Además, detalló que éstos generan conflictos y molestan en la vía pública.
También elevó un reclamo por el expendio de bebidas alcohólicas, ya que le “resta rentabilidad” al negocio: “Vendemos la comida y no nos dejan vender cerveza, por ejemplo, pero al lado está el kiosko que sí lo hace”.
“Son muy rigurosos. Utilizan la prohibición pero no se aborda nada para un mejor servicio”, explicó el titular de la cámara. Rápidamente explicó que los food trucks muchas veces no participan de eventos masivos debido a los grandes cánones, que se suman a los 6.000 pesos por mes que deben abonar para mantener su licencia. “El food truck es un aliado estratégico de estos eventos y las condiciones que imponen no convienen”, manifestó.
El gastronómico fue claro al afirmar que “Rosario no dimensiona la potencialidad que tiene este rubro y desde el Estado no hay predisposición”. Asimismo, sostuvo que con “pequeñas acciones” se pueden cambiar muchas cosas en beneficio de la gastronomía andante.
Por último, reveló que la Cámara de Food Trucks de Rosario mantiene diálogo con el intendente electo Pablo Javkin y espera que el próximo año se puedan resolver los reclamos del sector.